El Primer Ministro de Japón Kishida intenta lograr una nueva economía en que el sector público y privado trabajen juntos para lograr un crecimiento y una distribución equitativa
El capitalismo es una buena herramienta para la economía, pero para que ésta funcione debe tener una buena gestión. Esta política económica ha traído ciertas desventajas en el mundo, por ejemplo, hay una brecha muy larga entre los de mayor y los de menor ingreso, las zonas rurales no tienen un avance en cuanto a tecnología y sobre todo afecta al medio ambiente, porque todas las empresas buscan obtener una ganancia como sea posible.
En su protesta, en octubre de 2021, el Primer Ministro Fumio Kishida enfatizó la realización de un “nuevo capitalismo”. Partiendo del presupuesto de que si sólo hay crecimiento sin distribución adecuada de sus frutos, ya sea en salarios o en deducciones, no se levantan ni la demanda ni la oferta, y por ende no se puede prever el próximo crecimiento, pretende impulsar un círculo virtuoso de crecimiento y distribución para la mejora de la sociedad. Esto es un viraje de las políticas que apuntaban al crecimiento económico en los gobiernos anteriores.
En paralelo a esta proposición, el gobierno se propone de impulsar la inversión tecnológica e innovación (incluyendo el apoyo a los jóvenes que se dedican a este ámbito), DX (transformación digital) y la conservación del medio ambiente, etc.
La estrategia de distribución también tiene sus objetivos, por ejemplo, promover aumentos salariales, con mayor apoyo a cuidado infantil, educación y formación personal, así como aislar la economía de las crisis perturbadoras como lo provocada por Covid 19.
En este contexto, el Primer Ministro Kishida intenta lograr una nueva economía en que el sector público y privado trabajen juntos para lograr dicho círculo virtuoso.
Durante los últimos dos años ¿qué políticas en concreto ha tomado el gobierno japonés? Tras la decisión de aumentar los gastos de defensa (por posibles emergencias belicas) pretende incrementar distintos impuestos ya sea sobre las empresas, la renta y el tabaco (a partir de 2025), revisando los gastos generales para asegurar recursos financieros. Aquí se considerará un posible aumento de los impuestos relacionados con el medio ambiente, y asimismo la directriz aprobada por el gabinete en junio de 2023 incluye la “discusión” sobre el aumento del impuesto sobre la seguridad social y el finiquito por jubilación.
Independientemente de una incertidumbre en el aseguramiento de los recursos financieros para llevar a cabo el “nuevo capitalismo”, lo cierto es que el gobierno actual de Japón enfatiza la distribución más que el crecimiento. Se detecta una realidad del gobierno que pretende “distribuir los frutos robados donde se pueden cosechar”.
Este año se registró un aumento del 3.9% de la tasa salarial en las grandes empresas, cifra no vista desde hace 30 años. Esto es resultado de la política de retribución de las empresas hacia trabajadores.
A finales de agosto, el gobierno anunció que había logrado aumento salarial de 3.58% a nivel nacional. De manera que el salario mínimo en promedio fue de más de mil yenes por hora (6.8 dólares al 5 de septiembre), y pretende impulsar este incremento hasta lograr mil 500 yenes para mediados del 2030.
No obstante, la vida del pueblo está complicada: la inflación imperante desde 2022 anula el efecto del aumento salarial. Por ejemplo, el precio de la gasolina sigue subiendo mientras el gobierno ha venido disminuyendo el subsidio a este producto (IEPS japonés). El costo del petróleo y la depreciación del yen están afectando a los japoneses mientras el gobierno intenta aumentar los impuestos sin distinguir a ciudadanos sujetos por ingreso.
El concepto del “nuevo capitalismo” proviene de la dependencia excesiva del mercado que ha llevado a grandes disparidades y la pobreza por la falta de una distribución justa. La transformación económica y social debe lograrse corrigiendo los diversos efectos negativos creados por el modelo neoliberal.
No obstante, existe una sensación de incongruencia en el hecho de que, por ejemplo, un país capitalista esté experimentando un aumento salarial impulsado por el gobierno. La corrección de la desigualdad suena bien, pero ¿qué tipo de igualdad y en qué medida? Si un país aspirara a la igualdad de resultados en lugar de la de oportunidades, llegaría a ser un estado socialista donde no existiría la competencia.
En este contexto, se afirma la regla de oro del pueblo hacia el gobierno: “Ni huevones ni rateros. ¿El rol de un gobierno no sería ofrecer la esperanza y la oportunidad (incluyendo apoyos) para que las personas ganen su vida?».
Texto: Taku Okabe / Diana María Ceja Avalos, CUCEA