Los personajes que están plasmados en las pinturas de José Clemente Orozco pueden ser leídos desde la mirada de la mitología griega, la filosofía de Friedrich Nietzsche, e incluso contrastados desde la perspectiva de género.
Sobre esto hablaron investigadoras y críticas de arte en el conversatorio “Símbolos y enigmas en la obra mural de José Clemente Orozco”, realizado este miércoles 25 de mayo en el Museo de las Artes (MUSA) de la Universidad de Guadalajara.
La actividad fue moderada por la responsable del Área Educativa del MUSA, licenciada Florencia Mayagoitia Veloz y realizada a propósito de la muestra inmersiva Orozco metafísico, expuesta en el MUSA; así como por el festejo de los 100 años del inicio del Muralismo Mexicano.
Para la doctora Sofía Anaya Wittman, investigadora de la UdeG, muchos de los personajes de Orozco, originario de Zapotlán el Grande, Jalisco, se basan en la figura del dios griego Dionisio.
“Dionisio es el dios de las mil máscaras, tiene que ver con la locura divina, con la embriaguez, con la inestabilidad. Una de las obras donde está presente es en La maternidad (que está en el Museo de San Ildefonso), donde para mí aparece un Dionisio niño. Y hay una mujer de espaldas, con un racimo de uvas que está ofreciendo al niño”, detalló.
Además, las mujeres alrededor son las ninfas “que fueron enviadas por Zeus para que sean sus nodrizas. Orozco adoptó diversos postulados mitológicos, esotéricos y nietzscheanos para elaborar un programa pictórico a lo largo de su vida”, indicó.
Otras figuras de la mitología que plasmó fueron el titán Prometeo, quien según el mito robó el fuego del Olimpo para dárselo a la humanidad, mismo que es protagonista del mural que lleva su nombre y que está en la Pomona College de California.
También ostentan el porte y personalidad de Prometeo los murales de Hidalgo y El hombre en llamas, que pintó en el Palacio de Gobierno y el Museo Cabañas, respectivamente, ambos en Guadalajara.
La historiadora del arte explicó que varios de los murales además guardan referencias a las obras literarias de Nietzsche, como el de La rueda, que está en el Museo Cabañas, que refiere a una herramienta de progreso, pero también de destrucción de civilizaciones, tal como sucedió durante la invasión española en el hoy territorio mexicano.
“En Así habló Zaratustra, Nietzsche escribió: ‘Debes crear un cuerpo de esencia superior, un primer movimiento, una rueda que gire sobre sí misma. Debes crear un creador’”, apuntó. La investigadora relacionó textos del filósofo alemán con la obra mural de Orozco encontrando grandes coincidencias.
Y aunque la influencia griega pudo imperar en la obra del pintor, para la curadora de la muestra Orozco metafísico, la maestra Laura Elena Ayala Castellanos, compartió que en todo caso buscó romper con la hegemónica idea del arte europeo.
“Él no estaba de acuerdo en copiar los cánones griegos y decide que su arte será resultado de una personalidad propia que valía tanto como otros. Buscó derrocar la consideración de que en México éramos una raza inferior”, subrayó.
Así fue como creó lo que llamó el “canon orozquiano”, que “como lengua de fuego surgen figuras dinámicas, figuras como llamas, con un método irónico que muestra dos opiniones opuestas sin emitir juicio”.
“Utiliza símbolos como La rueda, que llega de Europa, una herramienta prodigiosa que multiplica la fuerza y obliga a las masas a trabajar y con connotaciones sagradas por sus asociaciones con los astros, pero a la vez denuncia la aniquilación de la cultura a su paso. Es el portador de una ironía del mundo mecanizado, la guerra y la religión”.
Igual lo hizo en el mural de Hidalgo, donde el Padre de la Patria Mexicana se alza imponente sobre un terreno de destrucción. Dichos discursos “llevan a ejercitar un pensamiento crítico. Él no da respuesta en sus obras, sólo nos está cuestionando”.
Carrera de Orozco, apoyada por mujeres
La doctora Cristina Isabel Castellano González, investigadora de la UdeG, habló de la mirada de género en la vida y obra de Orozco, sobre todo de las mujeres que impulsaron su carrera.
Como la promotora cultural Alma Reed, quien le apoyó con exposiciones en Nueva York. “Ella es quien pública la primera monografía de Orozco en 1932 y evidentemente le va a ayudar en esa ciudad, con la muestra México en la Revolución”.
También le apoyó la fotógrafa Tina Modotti, quien registró instantes de cuando el pintor realizaba sus murales. “Orozco se da cuenta del potencial de la fotografía, porque la ve como una mina de oro que dará a conocer su trabajo”.
Pero también su esposa Margarita, quien administraba el trabajo del autor jalisciense. “Él estaba en Nueva York, pero ella estaba en México trabajando para él”.
Sobre la representación de la mujer en sus pinturas, indicó que Orozco lamentablemente se cerró en un discurso estigmatizante, aunque no se podía esperar de otra manera siendo un hombre que vivió en la primera mitad del siglo XX.
“En la obra Las soldaderas, por ejemplo, Orozco representa la proletarización de la mujer indígena. Lamentablemente, como otros artistas de la época, no entendió el papel de las mujeres en la guerra (la Revolución Mexicana). Pues las mujeres no se ponen a llorar porque sus hombres se van, sino que les están haciendo la comida y limpiando la ropa”, externó la especialista.