Ante la situación por la que atraviesa no solamente nuestro país sino todo el mundo por la pandemia del Covid-19, algunas editoriales mexicanas han convocado a escritores a tener una charla y lecturas de su obra a través de las redes sociales, que han resultado ser una herramienta en contra de este distanciamiento social al que nos ha obligado la contingencia.
No obstante, muchas de las librerías han cerrado sus puertas con la consecuente merma económica ante esta crisis. Algunas han abierto su fondo de manera temporal vía web para que la gente lea, sin embargo, las pérdidas para las editoriales y librerías de todo el país son cuantiosas.
La situación actual de las librerías y las editoriales mexicanas
En la revista Forbes México, en una nota publicada el pasado 29 de abril, se afirma que las ventas en línea en nuestro país aumentaron en un 500 por ciento. “México fue el país que más sumó compradores y quintuplicó su penetración en el canal de comercio electrónico en Latinoamérica en las últimas semanas, debido al confinamiento en casa derivado de las medidas de contingencia para evitar el contagio de Covid-19”, como lo señaló en una videoconferencia la consultora Kantar WorldPanel en los recientes días.
En la que puntualizó Cecilia Alva, Client & New Business Director Latam de Worldpanel Division: “Lo que ganó protagonismo en estas últimas semanas fueron las compras online contra las tiendas físicas que apremian con promociones, surtidos, costos, los tiempos de entrega, etc”.
Pero parece que no es el caso de los libros. Las librerías en Jalisco y en México muestran un panorama muy distinto, de acuerdo a algunos editores y libreros.
Una de las más grande e importante librerías de Guadalajara, la Carlos Fuentes, de acuerdo a su directora Verónica Mendoza, en los días de confinamiento y distanciamiento, han “tenido una disminución de aproximadamente 80 por ciento sobre las ventas en general”, lo que logra “una afectación directa sobre la capacidad de sostener los gastos de operación, que en este momento afectan principalmente a las librerías en general”.
La Librería Carlos Fuentes, que es parte de la Universidad de Guadalajara, distribuye no únicamente libros de las grandes empresas editoriales, sino que apoya a las pequeñas y medianas editoriales tapatías, como es el caso de Mantis editores, que dirige el poeta Luis Armenta Malpica, quien afirma que “no hemos tenido venta significativa de libros”.
Aunado a lo anterior, Armenta Malpica abunda que “Kichink o la venta en línea era una posibilidad que no ha funcionado (pagos retrasados, caída de la tienda en línea, amenaza de cierre, según la prensa). Si le sumamos que elegí los primeros meses de este año para actualizar y refrescar la página e imagen de la editorial, han sido meses de gastos y no de cobros”.
En el caso de la Librería Carlos Fuentes, que desde agosto pasado tiene el servicio de venta en línea, el resultado es un poco más alentador, si consideramos lo dicho por Verónica Mendoza: “En este momento ha sido para nosotros fundamental contar con esta oportunidad de seguir proporcionando el servicio y llevando los libros hasta la casa de sus lectores, y en apoyo a esta contingencia lo hacemos sin ningún costo”, lo que se ajusta mejor a las cifras que pone la revista Forbes.
No obstante, la reflexión del editor y librero Alejandro Zenker, que mantiene su proyecto y librería en el Centro Histórico de la Ciudad de México bajo el nombre de El Ermitaño, es esencial escucharla.
Zenker dice: “Si bien las ventas de nuestros libros han aumentado a través del comercio electrónico con nuestros socios comerciales, se han reducido por supuesto las ventas de servicios, dado que muchas editoriales han cerrado operaciones. Creemos que esto es un grave error. En esta época hay que reimaginar nuestro ecosistema y hacer acopio de ingenio para llegar a los lectores y prepararnos para cuando salgamos de esta pandemia”.
Y se refiere a las grandes perdedoras en esta crisis.
“Algunas editoriales, por ejemplo las pequeñas, independientes, podrían no sólo mantener, sino incluso aumentar su presencia y sus ventas durante esta crisis si comprendieran las oportunidades derivadas de las tecnologías que nosotros manejamos junto con nuestros socios comerciales. De hecho, algunas lo han comprendido y están trabajando en estos momentos en la generación de metadatos de sus libros y en la preparación de archivos para hacer uso de nuestra plataforma y vender, desde ya, en las cadenas como Sanborns, Gandhi y El Sótano, principalmente, pero también en la Red de Librerías Independientes en toda la República (RELI). Porque todo esto lo pueden hacer sin acudir a sus oficinas, es decir, desde sus casas”.
Estas editoriales pequeñas e independientes en Guadalajara son muchas y han sufrido y sufren por sobrevivir. Casos muy concretos son los siguientes testimonios.
Librerías y editoriales tapatías
El editor de Keli ediciones, Héctor Martínez Villalobos, declara que en su caso “no hay ventas, simplemente”, y sólo sobreviven un par de proyectos para edición a lo largo de estos días de contingencia y encierro.
“Sí hay pérdidas, claro, porque no se despidió a nadie y seguimos pagando nómina y renta. Pero nosotros tenemos cero ventas en línea. A pesar que es período de lectura, podemos decir que es época sin libido textual”, por lo que mira un “panorama que luce sombrío” y prevé un reiniciar triste: “Me veo como cuando inicié, pero más cansado”.
Rosa Muro Castro, quien mantiene la pequeña Librería Ferragus en las inmediaciones del Mercado del mar en Zapopan, dice que sus ventas han bajado en hasta un 99 por ciento, pese a que tiene un servicio en línea.
Para el retorno después de la pandemia, opina que el mercado tendría que “ser mucho más personalizado, subir muchas recomendaciones a la red y estar en contacto directo permanente con los clientes, y con entregas a domicilio”.
Para Sergio Fong, editor y librero en La Rueda Libros y Café, que está en el centro de la ciudad, la afectación oscila entre un 50 y un 80 por ciento, afirma.
“He tenido que ofertar y rebajar el precio del libro. Las pérdidas podrían ser a partir de los gastos fijos, ya que de cualquier manera (vendas o no) hay que pagar renta, agua, luz, teléfono y quienes tienen trabajadores (sueldos)”, aunque “sí hay exhibición de libros en redes sociales, pero esto implica otra plataforma, en realidad aunque ofertes y vendas por la web, la estructura de venta es diferente, trabajas de otra manera, muchos lo hacen desde hace tiempo y funciona, pero no igual que la venta directa”.
Para la Librería Mar de Tinta, que se encuentra en la colonia Americana, y apenas tiene un año de su apertura, el impacto ha sido mayor, pues la inversión inicial no se ha recuperado debido a la contingencia.
Dice Cristian Zermeño: “Mi librería la tengo cerrada desde hace un mes. Imagínate eso cómo ha afectado. En línea vendo un 70 por ciento menos. No tengo web. Vendo por mis redes a precios normales de la librería, y un 10 por ciento más caro de la librería (tal vez más) en Mercado Libre. Pero sé que hay librerías que tienen 40 días sin vender un libro. Debería haber un programa de estímulos diferenciados que venga de la Secretaria de Cultura de Jalisco. Pero la secretaria vive en su instagram nada más.”
”Yo sobrevivo porque vendo arte, pero muchas librerías van a cerrar en esta pandemia. De por sí hay pocas. Y, por otra parte, nadie puede competir con Amazon, ni con Gandhi. Creo que, pese a todo, ni Gandhi sin sus espacios va a sobrevivir a esta crisis. Así te la pongo”.