Palinuro de México Un periplo por su historia

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Narrador habilidoso, innovador del lenguaje, escritor elitista, autor experimental, historiador aficionado pero riguroso, ensayista atrevido, crítico social, académico venerado; estos son algunos de los títulos que se le han aplicado al narrador Fernando del Paso (1935-2018), cuya fama y prestigio internacional alcanzó su más alto nivel en 2015, cuando recibió el Premio Cervantes de literatura, el máximo reconocimiento que se puede obtener en letras hispánicas.

A mediados del siglo XX, la literatura hispanoamericana, influenciada por autores como Joyce, Woolf, Dos Passos, Burroughs, Faulkner, etc., ingresó a la tendencia occidental de escribir novelas experimentales, en donde los saltos en el tiempo, los cambios de narrador, la innovación en el lenguaje, mudar de género en un mismo relato, entre otras cosas, marcaron de manera única los modos de haver una nueva fabulación.

Obras como El señor Presidente (1946) de Miguel Ángel Asturias, Pedro Páramo (1955) de Juan Rulfo, Rayuela (1963) de Julio Cortázar, Tres tristes tigres (1965) de Guillermo Cabrera Infante, Cien años de soledad (1967) de Gabriel García Márquez, El obsceno pájaro de la noche (1969) de José Donoso, por mencionar algunas, fueron textos en los que sus autores intentaron conseguir un diseño o concepto novedoso en el aspecto estructural, aunado a un relato leído en su superficialidad como ameno, ingenioso y entretenido. Lo anterior viene a colación y es importante hacer mención de ello por el hecho de que, haciendo una revisión somera, resulta claro que la obra narrativa de Fernando del Paso se incrusta en un estilo que, como muchos de los autores contemporáneos que se vieron influenciados por esta tendencia, se sale siempre del cánon clásico y ortodoxo, y presenta  sus relatos desde una perspectiva experimental, ya sea en el aspecto de estructura o utilizando recursos de narración innovadores para tejer su tramas.

La primera novela de Fernando del Paso, José Trigo (1966), pasó casi desapercibida, aunque es una obra de enorme calado. Su segunda novela es Palinuro de México (1977), de ella se ha dicho que es sobre todo una novela política, pero es mucho más. La trama se centra en la muerte de Palinuro, un joven estudiante de medicina que es asesinado la noche del 2 de octubre de 1968. Este punto de partida sirve de arranque para que, al igual que lo hace en José Trigo, el autor, con su ya conocido estilo narrativo, se aleje con frecuencia de la historia para enfocarse en una profundización declarada del ejercicio verbal. Palinuro de México es sobre todo una historia de amor: el amor entre Palinuro y Estefanía, primos que viven en una antigua casa porfiriana en donde los recuerdos de glorias pasadas conviven con un México en plena efervescencia social y cultural, un México moderno imbuido en luchas reivindicativas.

Palinuro de México, nombre que por cierto retoma del timonel de la nave de la Eneida de Virgilio, es un título emblemático porque serán las andanzas de Palinuro quienes nos lleven no sólo a conocer la Ciudad de México y sus laberínticos y hermosos rincones, sino también en un recorrido por la historia de la medicina, de la cual Palinuro es un erudito, el mundo de la publicidad y en especial de los cambios que se estaban gestando en el atribulado y revolucionario mundo de finales de los sesenta, que culminaría en nuestro país con el movimiento estudiantil del 68, donde cientos de personas perdieron la vida.

Pero no sólo Palinuro tendrá un nombre especial, también Estefanía descubre con orgullo el significado de su nombre y el del abuelo Francisco José, quien militó con las tropas villistas y llegó a ser gobernador, y el de la abuela Altagracia, que habría merecido una mejor suerte, porque en su nombre llevaba la finura y el linaje de las grandes damas.

No parece extraño que en una novela cuyo título lleva el nombre del personaje principal, el de los demás hayan sido elegidos con extremo cuidado para representar en el texto sus características.

Palinuro es sobre todo (como se ha mencionado antes) una novela de amor, pero no sólo de un amor romántico y sexual, sino de un amor por la medicina, de un amor por una ciudad, pues al igual  que en José Trigo, donde Fernando del Paso hace una cartografía de la Ciudad de México, Palinuro también recorrerá como buen timonel todos los rincones de la Ciudad de los Palacios, nos mostrará sus calles, sus comercios, sus peculiaridades, pero ante todo sus cantinas. Símbolo de conocimiento de una ciudad.

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