Antes de la destrucción total de Sodoma, la perversa ciudad bíblica, Dios le dio la oportunidad a Abraham y a uno de sus habitantes llamado Lot de salvarla si encontraban en ella a cincuenta justos. Al no hallarlos, Sodoma pereció bajo una lluvia de fuego y azufre.
A partir de este relato, el dramaturgo Pilo Galindo construye una lograda y apocalíptica metáfora que equipara a Sodoma con su natal Ciudad Juárez en su obra Lot, la ciudad devastada. Con motivo del montaje de esta obra, que presenta La Guarida Teatro, bajo la dirección de Mario Iván Cervantes, Galindo llegó a Guadalajara y conversamos con él.
Pilo escribió Lot en 2008, cuando Juárez ya era calificada como la sede principal de los feminicidios, cuando el grado de violencia había hecho de la otrora ciudad de la fiesta, un lugar fantasma en el que al caer el sol la gente se atrincheraba en sus casas. Sobre los impulsos que lo llevaron a escribir Lot, Galindo apunta:
“La violencia de Juárez se ha expandido al resto del territorio mexicano, Juárez se replica en el país, en ciudades importantes como Guadalajara que padece lo mismo que Juárez sufrió en aquellos años en los que yo la escribí. Lot nació por la indiferencia, por la costumbre al horror, a lo brutal. La escribí porque no acepto que la tragedia se vuelva cotidiana. En Guadalajara como en Juárez la gente camina normal, sin importar, por ejemplo, que ahora acaben de matar a cuatro muchachitas. La gente sigue su vida normal, nos acostumbramos a ese horror y eso es lo que me preocupa, ese sentido de vigencia que cobra Lot en la actualidad.”
En un país en el que la violencia está generalizada ¿qué cuenta Lot a los mexicanos que compartimos la devastación?
En esta analogía de la destrucción de Sodoma como Juárez —y ahora como muchas partes del país—, Lot nos cuenta sobre la pertenencia, sobre ese secuestro paulatino que ha hecho el crimen organizado de nuestro país y cómo no podemos dejar de sentir que somos de aquí, de tener razones para defender nuestra casa. No podemos quedarnos callados. Hay una parte importante en la obra que habla de los que se van, de los que huyen. Ellos tienen razón en irse, el miedo está cabrón. He padecido la violencia en lo personal y entiendo a los que se van y también entiendo a los que se quedan, quizá desde un heroísmo romántico, o quizá inútil. El compromiso con el tiempo y espacio que nos toca vivir es parte medular de lo que somos, de lo que escribimos y lo que hacemos.
Los signos de identidad que nos unifican en México tienen que ver con la riqueza cultural de nuestro territorio, sin embargo, en las últimas décadas a esos signos se suman imágenes de auténtico horror. Respecto a la escritura y el compromiso con la realidad compartida, Galindo señala:
“Hoy en México muchos buscan los pedazos de su corazón bajo la tierra, donde están sus hijos, sus hermanos. Esa es sólo una cara del prisma que insistimos en evitar. Pero los artistas, quienes hacemos teatro, estamos obligados a ver la cara que nadie quiere ver y mostrarla. El teatro frívolo, de comedia fácil, no tiene sentido para mí, porque lo que pasa aquí me duele. Me siento obligado a hablar de eso. Necesitaba hacer la denuncia de algo que tristemente ya ocurre en todo el país. Jalisco no sólo es tuyo, también es parte de mí. Me duele lo que pasa en Morelia, en Guanajuato, lo que acaba de ocurrir en Veracruz. El duelo de Juárez está en toda la república. Me duele lo que pasa en tu ciudad porque ya pasó en la mía y ahora que repunta la violencia y me estremece, no puedo escribir otra cosa. Lot nos da la posibilidad de reconocernos en los demás, en el que tiene miedo, en el que le vale madre, podemos vernos en el hombre justo y en el asesino. Ver Lot es aceptar una puntilla en el costado, es un teatro que lastima y que puede movernos la consciencia. Es como el amor, te compromete y no puedes huir jamás de él”.
PRESENTACIÓN
Lot, la ciudad devastada
Jueves de mayo, 20:00 horas,
Teatro Experimental de Jalisco