El aumento en la temperatura, provocado por la urbanización y el cambio climático, ha facilitado que organismos como ratas, mosquitos y arácnidos se adapten a los ecosistemas de las ciudades y se reproduzcan con mayor rapidez, convirtiéndose en plagas que pueden representar daños a la salud humana.
Este riesgo a la salud se puede manifestar con el crecimiento de estas plagas, además de ácaros, que encuentran en el calor y la suciedad de las ciudades las condiciones ideales para adaptarse y reproducirse, declaró Jaime Reyes Hernández, investigador del Departamento de Producción Agrícola, del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (CUCBA) de la UdeG.
“La temperatura hace que acorten sus ciclos biológicos, viven menos, pero eso les da la capacidad de multiplicarse más en poco tiempo”, detalló.
“El calor induce la reproducción, hace que los insectos pongan más huevecillos y acelera su madurez reproductiva”, agregó.
Estos organismos, como chinches o ácaros, no sólo son plagas por sí mismas, sino que también sirven de incubadoras de otros microorganismos que, de igual manera, se reproducen con mayor facilidad en climas cálidos, denunció.
Reyes Hernández mencionó que en las ciudades se registran zonas con microclimas a elevadas temperaturas, por lo que es posible encontrar áreas citadinas en las que se registren hasta 12 centígrados más de temperatura en comparación con zonas aledañas.
“Conforme va avanzando la temperatura la tasa de desarrollo se va haciendo más grande; es decir, crecen más rápido conforme aumenta la temperatura y llegan a un máximo. La mayoría de los insectos de climas tropicales o subtropicales sobreviven a 30 o 32 grados centígrados, y si sigue aumentando la temperatura simplemente sus funciones fisiológicas se van deteniendo”, aseveró.
Además, el aumento en temperaturas no sólo propicia el crecimiento de estos organismos nocivos, sino que es posible que estas variaciones climáticas favorezcan el desplazamiento de las plagas y, con ello, la aparición de nuevas enfermedades en territorios donde no eran comunes, agregó Reyes Hernández.
“Los mosquitos transmiten enfermedades, el Aedes y su primo el Aedes albopictus son los que transmiten el dengue, el zika y el chikungunya; y el Aedes aegypti transmite la fiebre amarilla; son enfermedades que normalmente no tenemos, pero con los cambios climáticos se van adaptando a nuevas áreas”, explicó.
El investigador detalló que en las ciudades coexisten distintos microhábitats, incluso en los edificios habitacionales, por lo que sugirió mantener áreas limpias y sin desechos para evitar que haya proliferación de insectos nocivos y otros organismos.
“Nuestras ciudades son muy sucias y esa suciedad está criando y alimentado toda esta fauna nociva. En la medida en que aprendamos a separar la basura, a no tirarla en la calle, vamos a estar contribuyendo al manejo de estos organismos dañinos”, puntualizó Reyes Hernández.