El porvenir es el tema central del número 100-101 de la revista Luvina, presentado en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara 2020. En el acto cuatro autores reflexionaron y compartieron ideas y conceptos sobre este tema para responder a preguntas y plantear otras desde la creación, en un momento crítico que vive la humanidad.
La directora de la revista literaria de la Universidad de Guadalajara (UdeG), Silvia Eugenia Castillero, dijo que festejan 25 años de esta publicación, aniversario que les remite, más que nunca, a la reflexión sobre el tiempo, y en concreto sobre el futuro.
“Nunca antes el tiempo nos había instado a concentrarnos de tal manera en el momento histórico que vive nuestro planeta, un momento crítico, de confinamiento y del quiebre de un modelo político, económico, que ya estamos viendo que se desvanece. No obstante, los creadores tienen el don de imaginar y bosquejar otro porvenir en relación directa con el transcurrir de la historia”.
Castillero detalló que este número contiene ensayos, poemas, cuentos y construcciones estéticas en las que la continuidad humana se manifiesta en sus ciclos vitales, en sus bellas formas específicas, en su habilidad de cosas creadas, en ese desafío humano de la reproducción sin fin que toca lo eterno, sin poseer la eternidad.
La poeta Adriana Díaz Enciso, una de las autoras que participan, habló de la importancia del tema del porvenir en este año arduo, que nos ha llamado a una reflexión que es necesaria e inevitable, ya que no podemos decir que no nos importa el futuro y la realidad presente.
“La realidad se nos ha puesto enfrente como una pared de la que no podemos escapar. Qué bueno que tengamos la necesidad de detenernos y de pensar en esta carrera desbocada que llevamos como humanidad, en estos tiempos donde no parece que haya futuro. A mí me da consuelo pensar que el tiempo es una ilusión, nada de lo que nosotros proyectamos hacia el futuro como seres humanos es como lo proyectamos, ni lo bueno, ni lo malo. La realidad nos enfrenta con sorpresas, con cosas absolutamente inesperadas como la pandemia; el futuro es desconocido y esa es su esencia”, declaró.
En cuanto al futuro de la literatura, dijo que es un tema triste cuando autores y escritores están sometidos a un mercado y a una industria editorial completamente cínica. El daño que está haciendo el mercado editorial es enorme, dijo.
El ensayista y poeta Santiago Kovadloff compartió que el concepto de futuro, si bien está asociado desde siempre con un alto grado de imprevisibilidad, en nuestro tiempo, a raíz de la peste que nos acosa, alcanza una intensidad específica, y eso se debe al hecho de que la nuestra es una cultura que ha caído, desde hace ya varias décadas, en un campo de enorme difusión y práctica de la previsibilidad.
“En una sociedad altamente habituada a hacer de la previsibilidad el terreno habitual de su desarrollo cotidiano, la irrupción de una peste para la cual la ciencia aún no tiene respuesta, nos expone a una doble intemperie, la de lo que nos ocurre mediante la expansión planetaria y la de una educación que nos ha vuelto sumamente impacientes”, apuntó.
Adrián Curiel Rivera, narrador y ensayista, comentó que en Occidente se ha pasado de la fascinación por la perspectiva catastrofista del mundo, a una vivencia real y apocalíptica, donde en la era de las telecomunicaciones estamos más solos e incomunicados que nunca; en la era de la información vivimos aquejados de infodemia y mentiras, donde la Tierra misma se ha rebelado ante nuestra pretensión ecocida y depredatoria.
“El arte, en general y la literatura, en particular, siempre han estado y seguirán ahí, insobornables, para no dejarse amordazar, vendar los ojos. Representan ese resquicio de esperanza para encontrar el rubí enterrado en el lodazal. A través del arte y el ejercicio narrativo uno puede encontrar la esencia de lo que nos constituye como humanos”, subrayó.
Añadió que al futuro, de alguna manera, podemos considerarlo como un presente constantemente proyectado, está siendo y dejando de ser al margen de un reloj, o una fecha precisa, que hace que el mundo ya no sea y siga siendo el mismo, más allá de la imprevisibilidad.
El poeta Josu Landa expresó que no cree en el tiempo absoluto, y no considera que se pueda hablar de un tiempo objetivo, aunque poéticamente se pueden decir cosas como las que decía María Zambrano, “el futuro es un dios desconocido”.
“En términos alegóricos lo acepto, pienso que el tiempo somos nosotros, es uno, eres tú, es ella. Lo que tenemos como tarea, todo el mundo, en este preciso momento, es una especie de reconstrucción del mundo, no en términos de una nostalgia del pasado, sino de posibilitar la vida y no sólo posibilitarla en términos biológicos; y junto con eso, asumir que la vida también es elemento biográfico vital, es decir, descubrir la risa, la alegría, la convivencia, la felicidad; estamos en este mundo para tratar de ser felices”, enfatizó.