La depresión es el trastorno psicológico con mayor prevalencia e incidencia. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, entre el 3.8 o 4 por ciento de la población mundial la padece y en México, cuatro millones de personas adultas.
En el Día Mundial de la Lucha contra la Depresión, que se celebra el 12 de enero, Franco Giordano Sánchez García, coordinador del Programa Estudios en Salutogénesis y Comportamiento del Departamento de Psicología Básica del CUCS, recomendó buscar atención profesional y un estilo de vida saludable.
Definió la depresión como un trastorno psicológico cuya sintomatología es el estado de ánimo decaído, la anhedonia o la falta de interés por buscar placer o actividades lúdicas. Otro de los rasgos es la pérdida de apetito o la verbalización sobre las actividades que solía disfrutar.
“Se trata de las personas diagnosticadas; sin embargo, detrás de la prevalencia mundial y nacional alrededor de una de cada cinco cursa con una sintomatología depresiva porque a nivel Iberoamérica no se evalúa ni atiende estos trastornos”, dijo el especialista, quien señaló que esto se debe a la cifra negra en los índices de la depresión.
Edad y factores de riesgo
Por edades, precisó Sánchez García, las personas más diagnosticadas con depresión son los adultos jóvenes de entre 20 a 29 años; en segundo lugar, los adolescentes de 14 a 19 años y, en tercero, los adultos de 30 a 49 años, aunque toda la etapa adulta se ve afectada por trastornos depresivos.
“Hay factores de riesgo de quienes se ven afectados. Por ejemplo, ser adultos jóvenes y, sobre todo, si es una persona de sexo femenino se duplica la prevalencia de detección”.
Factores sociales como la viudez, el divorcio o la separación marital; la baja autoestima, autocrítica, pesimismo o dependencia de otras personas podrían detonar un evento depresivo. Explicó que hay factores heredo-genéticos que inciden, como antecedentes familiares de trastornos depresivos o suicidio.
Diagnósticos erróneos y abuso de medicamentos
Entre los errores más comunes en el diagnóstico está confundir el trastorno de ansiedad, trastorno bipolar, de personalidad o alguno de tipo neurológico con el depresivo, o con ansiedad que está relacionada con la depresión.
“Al ser un tipo de trastorno que impide el funcionamiento normal de una persona, que incide en su día a día, habrá que averiguar qué fue primero, si el diagnóstico de depresión es primario o secundario, o si desarrolló depresión posteriormente”.
Sánchez García alertó a la comunidad sobre el abuso de fármacos y medicamentos para la ansiedad o la depresión que, aunque está regulado, requiere una evaluación y una receta con la dosis determinada por un profesional.
“Se piensa que por ser un fármaco de venta en la farmacia no va a causar algún efecto, pero el abuso puede tener repercusiones tanto en salud física a nivel del hígado, el posible daño a nivel neurológico que es muy reportado, y el daño psicológico”.
Apuntó que el uso de fármacos necesita un reajuste constante, además de un seguimiento por parte de los profesionales de la salud para usarlos, pues ese criterio, de acuerdo con la evaluación, determina o no el uso, el acompañamiento psicoterapéutico, la intervención de la red de apoyo, el cambio de hábitos y un estilo de vida saludable.
Recomendaciones
La medicación no es la solución definitiva, pero ayuda a reducir los síntomas depresivos. Las medidas preventivas como una buena alimentación, higiene del sueño y el propio apoyo social son alternativas para manejar el trastorno depresivo. Subrayó que el. paciente de todas formas deberá continuar con la atención psicoterapéutica y las dosis indicadas de fármacos.
“Vivimos en un país con elevados índices de estrés y un mal manejo del mismo relacionado con la depresión. Entonces, modificar los estilos de vida, un mejor manejo del estrés, el ejercicio físico regular contribuirá a la mejora del propio estado del ánimo desde aspectos de la química cerebral hasta un mejor estado de ánimo”.
