Justo a unos días del Día internacional de la mujer, la iniciativa de UN DIA SIN NOSOTRAS es un grito desesperado de las mujeres mexicanas, con el que se busca crear conciencia, se pide menos displicencia y más humanidad hacia la violencia que hoy vivimos las mujeres en nuestro país.
La violencia y la desigualdad de género no son un problema exclusivo de nuestro país, hay informes que abarcan 180 países donde se indica que hoy en día el 33 por ciento de las mujeres en el mundo ha sido víctima de algún tipo de violencia.
En este panorama, en los últimos años sin embargo ha habido avances importantes en materia de igualdad de género en nuestro país, de los cuales podemos destacar ocho desde los años 70: Igualdad jurídica ante la ley; Reconocimiento de derechos civiles y políticos para las mujeres; Ratificación de instrumentos internacionales sobre derechos de la mujer; Visibilización de los problemas que afectan a las mujeres; Incorporación de la perspectiva de género en la legislación y en las políticas publicas; Creación de instituciones especializadas promotoras del adelanto de la mujer; Adopción de acciones positivas sobre todo en el plano electoral; El establecimiento de sanciones para los delitos que vulneran a las mujeres.
Cabe destacar que a mayo del 2019 se habían presentado ya 95 iniciativas en este sentido en las Cámaras del Congreso, este número es tres veces mayor al de las iniciativas sobre este rubro presentadas en el mismo periodo hace seis años.
Entonces podemos decir que hemos avanzado en relación a las demandas de las mujeres, sin embargo, los avances son demasiado lentos e irregulares, pues, aunque se ha avanzado en cada punto de los anteriores, hemos sido tolerantes con la desigualdad, el acoso, el hostigamiento, la violencia, la ofensa y el abuso a las mujeres.
Necesitamos un cambio cultural, una trasformación permanente que nos permita ir construyendo plataformas legales, políticas públicas y recursos que no sólo garanticen los derechos, sino su pleno ejercicio.
Uno de los rezagos a superar es la división sexual del trabajo, ya que un avance es que ellas se incorporaron al empleo formal, pero ellos no se incorporaron a las tareas del hogar y eso hace que las mujeres tengan una jornada doble o triple, al sumar el trabajo formal con las labores de casa y la crianza de los hijos.
Por ello se trata de trabajar en el respeto a la mujer desde casa, desde la infancia, en el acceso a la educación, trabajo en igualdad de condiciones y derechos sexuales y reproductivos.
La tendencia indica que las mujeres no estamos suficientemente representadas en los campos de las ciencias económicas, y tampoco en los campos de la tecnología, la ingeniería, las matemáticas y el diseño.
Todas las jóvenes que están por iniciar su carrera, cualquiera que esta sea, tienen hoy el reto de impulsar este cambio cultural, de sumarse a los avances ya logrados en igualdad de género y continuar con la transformación permanente.
Tienen el desafío de crear y trabajar en los programas e incentivos necesarios para que las mujeres seamos cada vez más conscientes de la importancia de nuestra participación en estas áreas, ser parte de la innovación, para contribuir a cambiar la condición de género, ya que, si más mujeres participan en el desarrollo, pensarán en aspectos que los hombres no han considerado, es decir, podemos crear a favor de nosotras.
Hoy como mujer me sumo a contribuir a esta trasformación, llevando la educación financiera a la mayor cantidad de personas posibles, y en especial a las mujeres, consciente de que la mujer como eje económico de las familias, siendo administradora y en muchas ocasiones proveedora, al adoptar y transmitir esta educación financiera, propicia y contribuye a la prosperidad de su familia, de su comunidad y de nuestro país.