Durante estas semanas en el CUAAD ha estado expuesto el trabajo de Jesse Collin Jackson y Zebulong Zang: Printers Dance, la danza de las impresoras. En tres sedes distintas (Casa Taller Clemente Orozco, Distrito 350 y Taller F) se pueden ver las diferentes facetas de este trabajo donde convergen dos líneas principales.
Primero, el contexto: debido a los avances tecnológicos y el desgaste normal de su vida útil, los dos artistas se encontraron con un lote de impresoras 3D ya entradas en años y con algunos problemas técnicos. El reemplazo ya estaba en puerta y quedaba la duda de qué hacer con las impresoras… Y dado que una de ellas, cada que imprimía, parecía empeñarse en saltar desde la mesa «para bailar», el dúo artístico se hizo una pregunta concreta: «¿y si las jubilamos para que se dediquen a danzar?».
Segundo, una (contra)dirección: la obra Pas De Deux de McLaren (1968), una película protagonizada por un dueto de ballet tradicional y que utiliza una técnica cronofotográfica para «imprimir los movimientos de los bailarines como múltiples seres (…) [descomponiendo] la naturaleza orgánica y humana (…) en momentos concretos de acción mecánica». El concepto de Printers Dance va en sentido opuesto, en lugar de «mecanizar» al humano y su movimiento, pretende «humanizar» a la máquina y su danza.
Para ello se siguieron distintos acercamientos: extrapolaciones mediante IA de los fotogramas de McLaren para generar modelos 3D que luego fueron impresos tanto en papel como en 3D; una visión de una impresora en acción desde sus tres ejes en tres pantallas simultáneas, y un sabotaje lúdico para cambiar el proceso de dibujo.
Otro acercamiento tiene a las impresoras de filamento 3D enlazadas entre sí, como si fueran parejas de baile, para que entre sí se alteren sus movimientos y sus trayectorias, forzándolas no sólo a improvisar un baile sino a también errar a la manera humana, con ligeras imperfecciones que a veces producen algo hermoso.
Tras algunas iteraciones de la obra, decidieron dejar de lado el resultado impreso y, con un poco de intuición, se concentraron en imprimir formas que sabían que producirían movimientos más complejos (y dancístico), aumentando el repertorio y fastuosidad de las danzas.
Además de una serie de «hilos» y «esculturas» de filamento, producto secundario de la danza, estos experimentos tuvieron también un papel crucial en revelar que cada impresora tenía una personalidad particular, incluyendo una que, por alguna razón desconocida, es mucho más rápida que todas sus compañeras.
Esta obra es parte del trabajo conjunto de Jesse y Zeb en el Speculatie Prototyping Lab (laboratorio de prototipado especulativo) de la Universidad de California Irvine y es una muestra innegable del ingenio de los artistas. Jesse y Zeb con sus máquinas nos dicen: “si ya no van a trabajar… ¡que se pongan a bailar!”.