Está claro que el cine representa una parte sustancial en la vida de este joven director. Conocedor de la obra de Stanley Kubrick y Alfred Hitchcock, es miembro fundador del colectivo Kinesis, y profesor de fotografía en el Departamento de Imagen y Sonido, de la Universidad de Guadalajara. Con La puerta, una producción de 2002, obtuvo el premio en la categoría de mejor cortometraje en el Festival Internacional de Cine Independiente de Nueva York. Una larga sombra, La promesa del pequeño mariachi y Pabellón representan algunos de sus cortos más importantes. Dentro de la edición 27 del Festival Internacional de Cine en Guadalajara participa con Amnistía, en la sección Cortometraje mexicano de ficción. Además, en Son de Cine presentará El último bolero, un documental que rescata el trabajo de músicos veteranos.
Cine
El acercamiento fue por mi padre, que es cinéfilo. Desde pequeño me llevó a ver películas, especialmente durante el verano. Veíamos una diferente casi todos los días, y así fue como nació mi gusto por el cine. En aquel momento desconocía si podía o debía estudiar, hasta que posteriormente descubrí la Unidad de Capacitación Audiovisual, que ya no existe. En ese espacio estudié con el maestro Boris Goldenblank. Después me especialicé en el Centro Experimental de Cine de Roma, en las materias de guión y montaje. El resultado fue un grupo de producción que se llama Kinesis, colectivo en el que realizo cortometrajes de ficción y documentales. En esta edición del FICG presento El último bolero, mi primer largo documental.
Kinesis
Surgió en la escuela, con la intención de hacer más trabajos, aparte de las prácticas que nos encargaban los maestros. En aquel tiempo comenzamos a reunirnos con el propósito de intercambiar historias. La idea original de Kinesis es indagar en la realidad, y a partir de ésta, contar historias de ficción, pero no fantasías. La intención es hacer un cine más adecuado a nuestras circunstancias y posibilidades, no importar historias de espionaje o marcianos –que me gusta ver–, pero que no le hacen bien al cine mexicano. Producir cine en México no es fácil, pero deben buscarse formas. Es un asunto de paciencia, porque tienen que pasar años para encontrar los pocos mecanismos y la forma precisa de presentar un proyecto. Lo que pasa es que casi nadie está dispuesto a soportar ese tiempo. Es un sistema de organización personal.
El último bolero
Un profesor me comentó sobre un grupo de músicos, viejos cantantes de bolero en un ambiente bohemio. De esta forma surgió El último bolero, un documental con datos interesantes. El primero fue que los compositores más importantes del bolero en México son jaliscienses, entre ellos, Consuelito Velázquez y Gonzalo Curiel. En el documental aparecen Los Hermanos Reyes, Los Trevi, Lucha y Jorge, Mario Franco y Mari Carmen, una cantante que fue reconocida a nivel local. Registramos su reunión y concluimos el documental capturando el concierto. El largometraje nos llevó a la reflexión de que el artista, mientras hace algo de moda, funciona. En Alemania los viejos artistas son valorados. Aquí es todo lo contario: los olvidamos.
Kubrick y Hitchcock
Tengo mis cineastas favoritos, pero no estoy seguro de la influencia que puedan generar en mi trabajo, porque en realidad no poseen relación directa con lo que hago. Diría que tomo películas específicas como una referencia. De Stanley Kubrick conozco su filmografía completa. Además me gusta la obra de Alfred Hitchcock, Orson Welles y algunas películas de Akira Kurosawa y Federico Fellini. Como profesor de cine tengo contacto con chicos que se fanatizan. En alguna época ocurrió con Quentin Tarantino. Los estudiantes sólo quieren imitar, no buscan referencias y terminan sujetando sus ideas y sus guiones. Todo se vuelve artificial, y esto no funciona así. Se trata de encontrar el alma de la historia que intenta contarse.