La pandemia por COVID-19 aún no termina y hay la posibilidad de que haya un repunte. Por lo tanto en este periodo vacacional no hay que darle al virus la oportunidad de que se propague de nuevo. El SARS CoV-2 puede «aprovechar» el movimiento de las personas para infectar y extenderse entre la población, afirmó Gabriela Macedo Ojeda, jefa del Departamento de Salud Pública del Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS), y coordinadora ejecutiva de la Sala de Situación de Salud por COVID-19.
Lo más recomendable sería quedarse en la ciudad y visitar lugares cercanos que permitan realizar actividades al aire libre, en espacios amplios, que no estén conglomerados.
Una posibilidad es salir con la familia a un día de campo, a un espacio con poca gente. Otra buena opción es salir a caminar o correr a algún parque o asistir a algún evento cultural al aire libre, con medidas como mantener pequeñas burbujas para que solo las personas del entorno familiar con las que se convive a diario puedan estar juntas y estén separadas de otros grupos.
Las personas deben estar muy conscientes y ser sensatas en cuanto a las actividades que van a realizar este periodo vacacional de Semana Santa. «Recordemos que las reuniones familiares decembrinas del 2020 propiciaron una ola de casos que afectó en los accesos a los servicios de salud, y hemos visto el ejemplo de otros países que han tenido periodos vacacionales como el caso de Brasil o de Francia, en donde ha habido repuntes que han orillado a tomar otra vez medidas drásticas, y en donde vemos cada vez más jóvenes que llegan a los hospitales».
Cualquiera que sea el lugar elegido para visitar, hay que procurar siempre evitar las aglomeraciones de personas, y aún en los lugares al aire libre hay que tomar en cuenta que se debe usar el cubrebocas de forma correcta, protectores para los ojos, mantener una sana distancia de otras personas con las que no se convive a diario, desinfectarse las manos constantemente con gel de base alcohólica y seguir las indicaciones de las autoridades.
La académica detalló que la sana distancia debe de ser de 2 metros, siempre y cuando se use el cubrebocas, y siguiendo los cuidados de higiene respiratoria como el estornudo de etiqueta, en el antebrazo.
En cuanto al uso de cubrebocas reconoció que pueden ser más efectivo dos cubrebocas si la persona los aguanta.
«Lo importante es traer cubrebocas, cubriendo bien nariz y boca. Si la persona aguanta dos, pues que se los ponga, pero si no los soporta, y se los va a estar quitando porque le incomodan, es mejor que use uno solo, de preferencia que sean quirúrgicos o KN95. Hay cubrebocas de tres capas que podrían también ser útiles».
La experta advirtió en contra de los cubrebocas de válvula, ya que solo protege a quien lo porta pero no a las demás personas, ya que permite la exhalación al exterior. Por lo tanto la gente no debería usarlos.
«Antes de decidir ir a algún lugar hay que informarse sobre cuáles son los protocolos implementados. Por ejemplo en Jalisco, tanto restaurantes, bares, como centros nocturnos que se localizan en destinos de playa, pueblos mágicos y la Ribera de Chapala, cerrarán a las 23:00 horas; las playas durante Semana Santa abrirán de las 5:00 hasta las 17:00 horas; los hoteles mantendrán un aforo del 66 por ciento, y las celebraciones religiosas multitudinarias están suspendidas».
«Por lo tanto en nuestro estado no se permitirán procesiones, romerías, representaciones vivientes y ninguna otra actividad que genere aglomeración».
La experta apeló a la sensatez de la gente en este periodo vacacional para reducir riesgos de contagio, ya que un restaurante, bar o centro nocturno va a seguir siendo lugar de alto riesgo, independientemente del horario en que estén abiertos, ya que en éstos la gente suele pasar mucho tiempo, se quita el cubrebocas, convive y platica, entonces cada uno debe pensar qué tanto quieren incrementar el riesgo de ser contagiado.
De ahí que si una persona va a comer a algún restaurante, escoger los que tengan espacios al aire libre, y evitar ir a las horas en las que hay más concurrencia, y si se quiere minimizar aún más el riesgo, mejor no ir a ese tipo de lugares.
La gente debe mantenerse en burbuja, es decir estar cerca de las personas con las que se vive, y tratar de mantener distancia con las otras.
Reconoció que hay restaurantes que se han reinventado. Algunos manejan muy buenos protocolos para el servicio de alimentos e incluso para bufet. Hay que fijarse cuáles son las medidas de seguridad que tienen los sitios elegidos para comer y qué tanto son seguidas por su personal y los que ahí concurren.
Hay que procurar no prolongar la estancia en el restaurante, y permanecer en él sólo mientras son consumidos los alimentos, y después retirarse.
La especialista señaló que al hablar se expulsan mucho más partículas aún con el cubrebocas, de ahí la recomendación de permanecer en silencio.
Una medida que se da por sentada, pero a veces no se sigue, es que las personas no salgan de casa aunque tengan síntomas de gripe simple, ya que hay personas con COVID-19 con síntomas leves, y es recomendable hacerse una prueba diagnóstica y, de salir positivos, aislarse.
Recordó que todas las medidas para disminuir riesgos deben ser seguidas de manera conjunta, ya que no hay una que por sí sola que vaya a garantizar al 100 por ciento el no contagio.
Destacó que los filtros en los que se toma temperatura de alguna manera ayudan a detectar si hay una persona con síntomas, pero no es útil para detectar asintomáticos, de ahí la importancia de observar también las otras medidas para disminuir riesgos.
Es menos recomendable viajar a la playa que permanecer en la ciudad, porque hay que considerar lo que implica trasladarse al destino elegido. Si el traslado es en automóvil particular, sólo con las personas con las que se vive, podría ser menos riesgoso, en comparación a viajar en autobús o en avión.
Aclaró que los riesgos que implican las formas de transporte, dependerán de las medidas de prevención tomadas por las empresas o aerolíneas. Aseguró que si en el autobús hay un sistema de ventilación adecuada que permiten los cambios de aire, todos los pasajeros usan cubrebocas, permanecen en silencio mientras se viaja y se evita consumir durante el traslado bebidas y alimentos, podrían ser más seguros.
Resaltó también la importancia de considerar los niveles de riesgo de los sitios a los que se decide ir.
Enfatizó que aún en la playa, si se tiene que convivir con personas ajenas al círculo familiar, hay que usar cubrebocas, y las gafas solares pueden ejercer la función de protectores para los ojos ante el COVID-19 y la radiación solar.
Advirtió de tener cuidado con las visitas a los adultos mayores. «Hay muchos que ya recibieron su primera dosis de la vacuna, pero eso no implica que deban dejarse a un lado las medidas de prevención. Para que tengan un buen grado de protección requieren, en muchos casos, una segunda dosis, y que después pase un periodo que va desde los diez a los catorce días».
«Dos semanas después de la segunda dosis, ya podríamos hablar de que hay mayor inmunidad, y aun así no quiere decir que pueda salir a la calle sin cubrebocas. Hasta que no esté vacunada por lo menos un 60 por ciento de la población, se puede regresar a esa normalidad tan esperada».