La puesta en marcha de estrategias de manejo de fuego evitarían la propagación de incendios intensos como los ocurridos a inicios de abril en el Bosque La Primavera, y ayudarían en la conservación de esta área natural protegida, declaró Enrique Jardel Peláez, académico del Departamento de Ecología y Recursos Naturales, del Centro Universitario de la Costa Sur (CUCSur).
Este programa de manejo ayuda a planificar actividades de conservación de bosques, además de favorecer la restauración de ciertas áreas y la producción forestal en las zonas de amortiguamiento, explicó el investigador.
“Una estrategia de manejo de fuego tiene como propósito organizar todas las actividades relacionadas con el fuego, y la colaboración interinstitucional; incluye también los aspectos de mejoramiento de capacitación y educación para manejar el fuego, así como la investigación y el monitoreo de sistemas de información para conocer la dinámica de los incendios y la respuesta después de éstos”, señaló.
Por naturaleza, los bosques con periodos estacionarios secos necesitan de los incendios para mantener el equilibrio ecológico, ya que con éstos se eliminan los combustibles que ya no son útiles para el entorno, como los trozos de árboles caídos y hojarasca.
“En ciertos ecosistemas como el Bosque La Primavera y otras áreas similares en Jalisco existe esa biomasa de plantas y cobertura de vegetación que son inflamables durante la estación seca, y ahí han ocurrido incendios durante miles de años; es parte de la dinámica del sistema y las condiciones que necesitan para persistir”, explicó Jardel Peláez.
Señaló que evitar que el bosque se incendie de manera controlada y programada es más perjudicial que favorecedor, pues se altera la dinámica natural y se acumula la biomasa que sirve de combustible para que un incendio se propague de manera incontrolable por zonas de difícil acceso para los guardias forestales y bomberos.
Uno de los problemas que se generan con la supresión del fuego es que se acumula material combustible y se forma una vegetación más densa, y tarde o temprano eso se quema, pero lo hace con mayor intensidad y sus efectos son más severos en el ecosistema.
«Las buenas intenciones de querer eliminar el fuego producen incendios más intensos con efectos más severos y más difíciles de combatir; sobre todo en terrenos como el Bosque La Primavera, que son muy accidentados, aunados a la baja humedad, altas temperaturas y vientos fuertes”, explicó el investigador de la UdeG.
Jardel Peláez detalló que en las últimas dos décadas, en La Primavera ocurrieron cada año 89 incendios en promedio; pero en los últimos cinco años hay un registro de 120 incendios promedio por año que se registran en la periferia, desde quemas agrícolas hasta incendios accidentales.
Por ello, es importante que un área natural protegida como este bosque mantenga un programa de manejo de fuego en el que se realicen quemas controladas en ciertos sectores, de acuerdo con sus características, y evitar que se acumule combustible que genere un incendio de gran magnitud, indicó el especialista.
Agregó que desde 2020 hay una propuesta de manejo del fuego en el Bosque La Primavera que está en proceso de aprobación; muchas de las actividades de ese programa están siendo aplicadas, aunque hay cierta reticencia por parte de los involucrados en su manejo y protección.
Jardel Peláez reveló que este año se hicieron las llamadas “líneas negras”, en las que se quema una franja de vegetación para que sirva de barrera a los incendios, además de que se realizó una quema prescrita en un área de cinco hectáreas del bosque para hacer un ensayo de cómo podrían llevarse a cabo en otros años.
Recordó que en el área de la Reserva de la Biósfera Sierra de Manantlán hay un programa de manejo de fuego que ha dado buenos resultados desde hace 20 años, tanto para la protección de la zona como para favorecer la producción forestal y agrícola en las zonas de amortiguamiento.