Un poeta rebelde, cuya osadía era mayor conforme aumentaba su edad, al grado de ser tan crítico como un joven; así recordaron al Premio Nobel de Literatura, Octavio Paz, durante el festejo del 30 aniversario de la Biblioteca Iberoamericana que lleva su nombre, ubicada en un icónico inmueble del Centro Histórico de Guadalajara.
“Es un gusto participar en la celebración del trigésimo aniversario de la Biblioteca Iberoamericana Octavio Paz, de la Universidad de Guadalajara, que se ha consolidado como el espacio de información especializada sobre Iberoamérica. De igual forma, esta biblioteca ofrece la posibilidad de revisar la obra de uno de los más grandes escritores de México, Octavio Paz”, declaró el Rector General, Ricardo Villanueva Lomelí.
Recordó que el edificio que alberga a esta biblioteca, conocido como Colegio de Santo Tomás, fue la primera sede de nuestra Alma mater al albergar a la Real y Literaria Universidad de Guadalajara en 1791. Posteriormente, en el siglo XIX fue sede del Poder Legislativo de Jalisco; y en 1991 abre sus puertas como biblioteca, con un acervo de 15 mil volúmenes, con un completo panorama de la literatura y humanidades en Hispanoamérica.
“Es un espacio ideal para conocer expresiones literarias y humanísticas creadas por autores cuya lengua es el español».
«Las letras son fuente de nuevas ideas que contribuyen a la solución de problemas y diseño de proyectos a futuro. Vivimos una situación de emergencia sanitaria que ha significado un aprendizaje para todos y, por ello, nuestra Universidad tuvo que transformar la forma en que ofrecía enseñanza y como hacía investigación y difusión”, añadió Villanueva Lomelí.
“La biblioteca se ha transformado para no perder contacto con lectores de todas las edades. Ha cumplido su vocación en ser un espacio especializado en literatura iberoamericana y ha ido más allá, al convertirse en un espacio incluyente para personas con necesidades especiales”, subrayó.
La directora de la biblioteca, Carmen Villoro, se congratuló porque llegó el día para celebrar con poesía la permanencia de 30 años de este espacio dedicado a la custodia y la difusión del pensamiento de Iberoamérica, España y Portugal.
“La Biblioteca Iberoamericana Octavio Paz ocupa un edificio emblemático del Centro de Guadalajara. Se trata de un oasis de cultura para los habitantes de la zona, porque además de ser una biblioteca universitaria, es una biblioteca para el servicio de la comunidad. Nuestra concepción de biblioteca rebasa la de un lugar que alberga libros; nos gusta pensar que es el lugar natural del encuentro con la cultura a través de eventos y actividades que la reafirman y promueven. Es un centro cultural vivo”, dijo.
Recordó que la pandemia obligó a cerrar las puertas del recinto durante la mayor parte de 2020 y los primeros meses de 2021, pero las actividades culturales continuaron en línea y realizaron obras de mantenimiento de renovación del inmueble para abrir el pasado 22 de junio con todas las medidas sanitarias.
“No pudo haberse elegido un mejor espacio. Este edificio de Santo Tomás estuvo habitado, desde sus inicios, por el espíritu del saber y el ánimo del recogimiento; primero como Colegio de los Jesuitas y luego como sede de la Real y Literaria Universidad de la Nueva España en 1793, fruto del noble propósito de su fundador Fray Antonio Alcalde, y en 1925 se erige como la primera locación de la Universidad de Guadalajara”, apuntó Villoro.
Y concluyó: “Se eligió convertirse en biblioteca con el nombre de Octavio Paz, mexicano, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1990, cuya raigambre familiar se asienta en estas tierras de Occidente. En la literatura, lo íntimo y lo universal se dan la mano, aludiendo a que la concepción de la poesía de Paz es amplia y rebasa al poema. La idea de Paz y su poesía es lo asombroso del mundo que el ser humano expresa a través del arte. Ese asombro lo guardan los libros en el silencio de la biblioteca”.
La asombrosa rebeldía de Paz
El poeta Vicente Quirarte ofreció la conferencia magistral “La otra voz de Octavio Paz”, en la que realizó un recorrido por su obra completa, haciendo énfasis en la relación entre la poesía y la historia.
“Decía Stephane Mallarmé que el poeta hace más puras las palabras de la tribu. Y Octavio Paz, desde que nació en la poesía, se dio a la tarea de escribir poemas y tratar de encontrar una respuesta a esta tarea de por qué escribimos poesía. Lo asombroso en él es que a lo largo de su vida se mantuvo fiel a esa rebeldía. Siempre fue joven porque se manifestó en comunicación constante con ese joven que le pedía cuentas”, declaró Quirarte.
El investigador del Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM, señaló que la otra voz de Octavio Paz son todos los que están interesados en la difusión de su obra, y rescató las siguientes líneas de Elena Poniatowska respecto al poeta mexicano: “En el ejercicio del debate ha sido el mayor estímulo en los últimos tiempos, nuestro acicate, nuestro atizador de la chimenea cerebral, nuestra fuente de energía, nuestro Ginseng. Es maravilloso que un hombre, a medida que pasan los años, se vuelva más rebelde. Conserva la furia sagrada, tiene la soberbia propia de la juventud”, leyó.
El Miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y de El Colegio Nacional dijo que las contadas veces que vio a Paz en persona constató ese magnetismo que todo mundo describe y esa inconformidad permanente.
“Paz vivía en asombro constante ante las maravillas del mundo”.
“Octavio Paz es una incesante lección de exigencia y claridad, las mejores virtudes de los fieles. En nuestro continente de olvidos e ingratitudes, donde admiración condicional resulta más fácil que la apreciación justa, es una alegría celebrar a Octavio Paz leyéndolo. Más allá de divergencias y cuestionamientos encima de las polémicas que despierte su estatura pública, es el poeta más privilegiado de nuestro siglo. Él sigue vigente en nosotros, en sus palabras y en esta biblioteca que, por fortuna, lleva su nombre”, concluyó Quirarte.