Recuperar a un hijo en segmentos, otro vía crucis para familias de desaparecidos

El Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses ha entregado cuerpos de víctimas en segmentos, debido a que muchos de ellos son recuperados en fosas clandestinas. En este 30 de agosto, Día Internacional de las Víctimas de la Desaparición Forzada, Jalisco se posiciona como segundo estado del país por este crimen

9250
Fotografía: David Valdovinos

Los familiares de personas desaparecidas en Jalisco enfrentan un nuevo campo de batalla que hace aún más complicada su lucha por llevar a sus seres queridos de vuelta a casa.

El Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses (IJCF) ha entregado los cuerpos de las víctimas en segmentos, debido a que muchos de ellos son recuperados desde fosas donde fueron enterrados junto con otras personas.

Alfredo Ezequiel Campos Ayala, de 23 años, fue encontrado segmentado en la fosa de El Mirador II, que las autoridades descubrieron en enero del 2020 con 104 víctimas en su interior. Su madre, Guadalupe Ayala lo buscaba desde septiembre de 2019 cuando varios hombres se lo llevaron a la fuerza de su domicilio, en Chulavista, Tlajomulco.

Junto con otros familiares que buscan a sus desaparecidos, Ayala comenzó a ir a las fosas que la Fiscalía va destapando con la esperanza de encontrar algún indicio de su hijo. La mujer tuvo un presentimiento desde que llegó al lugar.

La pieza número 667 encontrada en el lugar confirmó su presentimiento. Se trataba de un antebrazo de su hijo, la primera parte del cuerpo que luego de seis meses no logra completar, pues le falta localizar dos fragmentos óseos.

“En febrero de este año me hablaron para darme el primer indicio de mi hijo, de ahí me dediqué a buscarlo totalmente aquí en el Semefo. Comencé a  buscarlo, a buscarlo y he ido encontrando piezas, ya casi conformo todo ya no me falta mucho”, dice Ayala en una de las bancas frente a las oficinas del IJCF.

Su determinación para recuperar el cuerpo de su hijo la ha llevado a trabajar junto con los peritos forenses del Semefo, identificando pieza por pieza y a presionar todos los días para que los resultados de los exámenes que confrontan su ADN con el de su hijo no tarden tres meses como sucede en otras ocasiones.

De quién se llevó a su hijo y cómo, ya no le interesa saber. Su única “meta”, afirma, es  y darle sepultura.

“Sí hay una carpeta de investigación por desaparición, pero nosotros somos los que hemos ido investigando en Semefo, porque en otro lado ya no podemos investigar. Las cosas surgieron, ya pasaron. Es inútil preguntar, porque él ya no está”, asegura con resignación.

Jalisco es el estado líder en cuerpos exhumados en todo el país. De acuerdo con el Registro Nacional de Personas Desaparecidas, en la entidad se han extraído 487 cuerpos de fosas clandestinas del 1 de diciembre de 2018 al 30 de junio de 2020.

Según el Sistema de Información Sobre Víctimas de Desaparición del Gobierno del Estado hay 9 mil 413 personas pendientes de localizar hasta junio de este año.

Fotografía: David Valdovinos

El personal del Servicio Médico Forense de la entidad no es suficiente para procesar los cientos de restos óseos encontrados en decenas de fosas, recalca Guadalupe Aguilar, fundadora de Familias Unidas por Nuestros Desaparecidos en Jalisco (FUNDEJ).

Imaginarnos una película de terror de lo que le hicieron a nuestro hijo al entregarlo en segmentos, es terrible ya de por sí, y aparte que no encuentran una pierna o la cabeza porque no lo buscan, porque todo está ahí en el Semefo, sino que les hace falta peritos, les hace falta personal, les hace falta antropólogos, les hace falta todo lo necesario para que se pongan a conformar los cuerpos”, expresa.

Aguilar, quien desde hace 10 años buscando a su hijo José Luis Arana, explicó que los familiares deben esperar hasta tres meses para tener la certeza de si un segmento pertenece a su ser querido.

Ante el aumento de cuerpos que llegan al Semefo, Aguilar reveló que las familias de las víctimas le exigieron a esta dependencia una fecha límite para entregar dichos resultados.

Imagen de la exposición «Huellas de la Memoria» (2018). Fotografía: Abraham Aréchiga

“Puede pasar un año, ellas los quieren completos, pero ellas le tiran a que las personas se den con un segmento, ¿y dónde van a quedar las otras partes?, y vamos más lejos: ¿qué van a hacer cuando encuentren las otras partes? Es algo sumamente delicado y doloroso para las mamás”, afirma.

Los altos índices de violencia proveniente del crimen organizado han propiciado que los cuerpos de las víctimas sean tratados cada vez con más saña, asegura Darwin Franco, periodista e investigador del Departamento de Estudios en Comunicación Social, de la UdeG.

“La violencia ha creado una especie de ‘tecnificación’ sobre la manera en cómo marcan los cuerpos, la segmentación de los mismos, al colocarlos en bolsas y hacer cada vez más difícil la tarea o labor de identificación, vuelve aún más tortuoso el camino, la búsqueda para las familias”, indica.

Los colectivos ofrecen asesoría y acompañamiento sin costo a personas que estén buscando a algún familiar. Cada semana reciben nuevos casos para darles un poco de luz frente al camino incierto y burocrático que representa la investigación judicial y la identificación forense.

Los interesados pueden acudir a la explanada del IJCF ubicado en avenida Lázaro Cárdenas, los martes a partir de las 13:00 horas.

Artículo anteriorA tres décadas del nacimiento del Departamento de Estudios del Pacífico de la UdeG
Artículo siguienteLídia Jorge gana Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2020