En la era digital el principal desafío es la regulación de los servicios audiovisuales de Internet, medios de comunicación tradicionales abiertos y de paga para la protección efectiva del derecho de las audiencias y de las personas más vulnerables.
Así lo plantea el cuaderno El papel de las defensorías del público en el entorno digital, editado por la UNESCO y de la autoría de Gabriel Sosa Plata, Defensor de las Audiencias de Canal 44 y de Radio UdeG.
“Es la primera vez que la UNESCO avala el derecho de las audiencias con significado político, un mensaje fuerte para decir que hay algo para atender. En América Latina debemos de enfatizar la necesidad de los derechos de las audiencias y volverlo un ejercicio permanente y cotidiano”, explicó Sosa Plata.
Los desafíos regulatorios de los servicios audiovisuales se suman a las omisiones de los medios tradicionales frente a las plataformas OTT (Over The Top) de servicios audiovisuales como Netflix, Disney Plus, HBO Max, entre otras.
Distinguió entre el alcance de personalidades mediáticas o influencers sin poder contrarrestar sus discursos que afectan a los más vulnerables, difundidos en las plataformas digitales y medios tradicionales que administran grandes inversiones.
“Los alcances son los límites a la libertad de expresión y la protección de los derechos de los grupos históricamente vulnerables como mujeres, niñas, niños, adolescentes, pueblos originarios, la comunidad LGBTQIT+, personas con discapacidad y migrantes”, explicó.
Advirtió que los derechos de las audiencias no son censura, sino libertad de expresión y acceso a la información. “Los derechos de las audiencias son indivisibles y supra individuales de la obligación del Estado de tutelar el derecho a la información”, informó.
Sosa Plata llamó a los periodistas y al público en general a participar en el ejercicio de sus derechos como audiencia.
La profesora de la UdeG y miembro de la Asociación Mexicana de Derecho a la Información Capítulo Jalisco, Rocío Morgan Franco, dijo que la discusión parece quedarse en la academia, pero afecta directamente a las audiencias, sobre todo a los más vulnerables.
“Necesitamos una base mínima de los derechos de las audiencias porque la regulación no puede quedar al arbitrio de cada medio a través de un código de ética y de conducta”, afirmó Morgan Franco.
