Cuaderno de bitácora: espacio creativo y literario

Desde el aula, estudiantes de la Licenciatura en Letras Hispánica, del CUCSH, acompañados por su profesora María Cristina Preciado, crearon una publicación con historias de ficción que versan sobre episodios personales 

La combinación de una clase y el aislamiento de la pandemia cambió el rumbo profesional y personal de 38 estudiantes de la Licenciatura en Letras Hispánicas del CUCSH. La asignatura, diseño editorial, impartida justo a la mitad del plan de estudios, marcó a una generación: más allá de los objetivos académicos, la materia se convirtió en un espacio para confrontar emociones, sanar dolencias y compartir historias de vida.

La profesora responsable de la asignatura, María Cristina Preciado, editó y compiló los textos de los estudiantes en dos tomos de libro-álbumes ilustrados, publicados por Puertabierta Editores. La semilla de la publicación surgió durante los primeros meses de la pandemia.

“Un viernes, en el aula 95, entregamos muchas de las primeras creaciones hechas con maquillaje, acuarelas y papel cartoné. Ese fue el inicio de un proyecto que vio la luz en mayo de 2023, con la publicación de dos tomos”, relató.

El título de esta obra colectiva es Residencias. Cuadernos de bitácora, y tiene un significado especial para la profesora, quien lo tomó como un homenaje a Julio Cortázar, una de las figuras centrales en su formación académica y personal.

“En honor a mi formación doctoral y a la influencia de Cortázar en mi vida, decidí nombrar este libro Cuadernos de bitácora. Para él, la vida es un verdadero viaje, y creo que este título encapsula esa visión”, explicó.

Para la profesora, el proceso creativo permitió a los estudiantes enfrentar situaciones personales difíciles, encontrando en el proyecto una forma de valentía para convivir con la muerte y reflexionar sobre los ciclos de la vida.

“A través de sus vivencias, aprendí a captar emociones desde una perspectiva distinta. Me conmovió ver cómo, en su fragilidad, transformaron sus experiencias en homenajes a la pérdida, la ausencia y la vivencia”, señaló.

El impacto del proyecto fue significativo incluso en el horizonte profesional de los participantes. Algunos estudiantes, desmotivados por los efectos de la pandemia y otras complicaciones personales, consideraron abandonar la materia o la carrera. Pero la escritura los ayudó a renovar su impulso creativo.

“Semanas después, muchos regresaron con energía, decididos a cambiar de proyecto y contar sus historias. Creo que el ejercicio fue un filtro de sanación, y el momento más poderoso llegó cuando compartieron sus obras frente a otros”, destacó.

Un cierre catártico
En la última etapa, los estudiantes justificaron sus obras en videos difundidos en redes sociales, donde explicaron las razones y emociones que inspiraron sus libros ilustrados.

“Desde 2004 tengo la idea de desarrollar una edición que no solo cumpla con una meta académica, sino que sea un catalizador de emociones humanas. Este proyecto lo logró: hizo que los libros trasciendan como parte de la vida misma”.

El libro se presentará este próximo viernes 13 de diciembre, en el Museo Regional de Guadalajara (Liceo número 60, Zona Centro) de 16:00 a 18:00 horas.

Creativos universitarios

La mejor compañía de Alba

Esta publicacion surgió de la experiencia de Alicia Esmeralda Barajas al convertirse en madre a los 22 años. 

“Tuve que experimentar muchas emociones que me acompañaron durante mucho tiempo. Perdí mi independencia, y creo que no terminé de sanarlo hasta que escribí el libro. Algo que te acompaña siempre es la culpa”.

Progu

Lo aprendido en la carrera y este libro, le dieron a Danna Alondra Ramos la oportunidad de enfrentar un duelo personal a través de la creación.

El libro narra la historia de una ranita que se convierte en la compañera de vida de la protagonista. «No estaba segura de hacer el libro, pero justo en esas vacaciones mi perro enfermó y falleció. Tenía emociones encontradas. Lloré mucho, me sentía culpable, y decidí plasmar esas memorias con él”.

Elegir es complicado

«No es una historia como tal, es un monólogo que explora la dificultad de tomar decisiones»,  comentó Alondra Montserrat Rodríguez Huerta, autora del texto.

«Para los estudiantes de letras, lo escrito siempre tiene prioridad, dejando de lado lo visual. Además, la gente suele vivir en un dilema constante: estar físicamente en un lugar, pero con la mente en otro. De ahí surge la complejidad de elegir».

Chato y su familia

Esta es la historia de un gato adoptado tras sufrir maltrato, que aprendió que no todos los humanos son malos y que podía tener una familia.

A Andrea Guadalupe Bañales le encanta crear bocetos y dar vida a relatos de animales, imaginando cómo cobijarlos, darles un hogar y ofrecerles cariño, aunque sea en la ficción.

La interminable historia de amor

Araceli Alvarez comenzó desde adentro, abordando un problema personal e imaginando cómo ilustrarlo.

«La historia es sobre una pareja que camina junta, pero él cae en un hoyo: ella le lanza herramientas, pero él no las acepta”.

La narración tiene un final abierto y deja como enseñanza el uso del arte como un instrumento para confrontar problemas de pareja.

Lazos inquebrantables

La libertad creativa y el gusto que Daniela Arribas desarrolló por la clase la llevaron a escribir un libro que versa sobre cómo decirle a su mamá cuánto la ama antes de irse de intercambio.

“Se va acercando la fecha y no quiero que sea un golpe repentino. Pensando en ese momento, intento prepararme. Siento que debo hacer un balance, permitirme sentir tristeza, pero, al mismo tiempo, sé que es algo inevitable”.

Perdido

Al descubrir Fernando Tamayo la empatía de su profesora, le nació un gusto por crear historias e ilustrarlas. Esto le permitió sentir más confianza, de manera que escribió dos publicaciones: Perdido y Vida Plena.

“En Perdido narro la historia de dos hermanos muy unidos. Sin embargo, cuando salen de aventuras, se distancian».

En este libro, él revela su miedo profundo a perder a su hermano, su persona favorita y, quizá, su primer amigo.

Lágrimas

En su libro, Tania Rodríguez Alonso logró expresar la validación de sus emociones desde la adolescencia y su necesidad de contención. 

“Quieres crecer rápido y no te das cuenta de que necesitabas un proceso, como si dijeras ‘véanme, estoy llorando, necesito que alguien me resguarde’, porque no había aprendido a contenerme. Saber que a otras personas les ocurren cosas parecidas fue revelador”.

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