Mar Pérez*
El próximo 7 de agosto se cumplen 46 años de la muerte de Rosario Castellanos, cuya obra, que abarcó todos los géneros literarios y el periodismo y que en su momento fue subestimada, resistió el tiempo y la crítica.
Los factores que hicieron que en su época fuera considerada una autora menor: el indigenismo y el ser mujer mexicana, de manera reciente se han vuelto de particular interés y esto ha traído consigo que su vida y su obra sean revisadas desde una óptica distinta.
Su vida, su particular visión de la maternidad, la compleja relación con su esposo el filósofo Ricardo Guerra, han despertado interés y admiración; por ello, es posiblemente —después de Sor Juana Inés de la Cruz—, la autora sobre quien más se hayan escrito textos biográficos y homenajes a su trayectoria como escritora, activista social y embajadora.
Castellanos a escena
En el año 2009, la dramaturga Elena Guiochíns presentó la obra teatral Prendida de las lámparas, un homenaje a la inteligencia, la personalidad y el sentido del humor que caracterizó a Rosario Castellanos y que la retrata en distintas etapas de su vida.
En 2014, la primera actriz Ofelia Medina encarna a Rosario en Amanecer en Tel Aviv, pieza teatral que relata el último día en la vida de la autora.
Bajo la dirección de Natalia Beristáin, la película Los adioses es un recuento de la infancia de Rosario, la visión de sí misma y su conflictiva relación con Ricardo Guerra.
En El aire en que se crece, publicada en 2019 bajo el sello de Planeta, su autora, Rebeca Orozco, hace un retrato íntimo y humano de Rosario Castellanos, para ello contó con el apoyo de la poeta Dolores Castro y de Raúl Ortiz, compañero de trabajo de Rosario, cuando ambos eran catedráticos en la UNAM.
La obra literaria de Castellanos es un cúmulo de referencias que dan cuenta de un profundo conocimiento histórico, de una aguda inteligencia y una punzante ironía que utilizó para exponer sus preocupaciones con relación a la mujer mexicana y la literatura escrita por mujeres, muestra de ello son los ensayos y artículos periodísticos: Mujer que sabe latín, Juicios sumarios, El mar y sus pescaditos y por supuesto su tesis Sobre cultura femenina.
Su trabajo narrativo ha sido llevado a la pantalla grande: en 1977, se realizó una adaptación su novela Balún Canán bajo la dirección de Benito Alazraki; en 1988 se filmó El secreto de Romelia, cinta basada en el cuento «El viudo Román».
Sería imposible en este espacio dar cuenta de los homenajes a su obra, escritos por destacadas personalidades, algunos promovidos por instituciones culturales de diversos estados del país, incluyendo, por supuesto, Chiapas, pero me parece importante señalar: Rosario Memorable, con textos de Dolores Castro, Tosía Kamei, Rodrigo Landaeta y Nedda G. de Anhalty y Poesía fuiste tú, publicado en 2015 con motivo de los 90 años del nacimiento de la autora, con aportaciones de Guadalupe Loaeza, Beatriz Espejo, Emmanuel Carballo y Alejandro Molinari Torres, entre otros.
Desde el año pasado, el Fondo de Cultura Económica ofrece en versión digital las obras Judith y Salomé, piezas dramáticas publicadas por primera vez en 1959, en que estos personajes bíblicos trasladan sus acciones a Tierra Caliente y San Cristóbal de las Casas, Chiapas, y actúan en favor de los indígenas y las mujeres.
Bajo el mismo sello, FCE, es posible leer Tablero de damas, un retrato del México literario de los años cincuenta, en que diversos personajes femeninos son dibujados magistralmente, jugando entre la ironía y la crueldad.
Actualmente no se puede hablar de literatura mexicana sin incluir a la mujer que en su tiempo expresó de manera honesta y valiente su sentir hacia la maternidad en poemas como “Se habla de Gabriel”:
Como todos los huéspedes mi hijo me estorbaba
ocupando un lugar que era mi lugar,
existiendo a deshora,
haciéndome partir en dos cada bocado.
Fea, enferma, aburrida
lo sentía crecer a mis expensas,
robarle su color a mi sangre, añadir
un peso y un volumen clandestinos
a mi modo de estar sobre la tierra.
Feminismo y literatura
Quien hoy se asuma como feminista, se sorprenderá con la vigencia de su tesis Sobre cultura femenina, con la que Castellanos en 1950 se tituló como maestra en filosofía y letras por la UNAM.
Si dentro de toda la vorágine de autores que han empezado a cobrar notoriedad por su tratamiento acerca de temas que no son nuevos, como la discriminación, la violencia hacia la mujer y la inequidad de género, el lector que se da la oportunidad de acercarse a la narrativa de Rosario Castellanos, encontrará con una prosa nítida y al mismo tiempo brillante y erudita, en la que se pueden notar preocupaciones e inquietudes femeninas que hoy en día subsisten; por ejemplo, la imposibilidad y la rebeldía de cumplir con la exigencia social de ser madre abnegada, esposa sumisa y obediente, profesionista de segunda que tenga como prioridad a su familia y tema que sus logros sean superiores a los de su pareja. Lo anterior no excluye, por supuesto, a las emociones que son imperecederas, como amor, desamor, deseo de venganza, impotencia ante la impunidad, etc.
¿Cómo expresa el amor una mujer que se sintió insegura por su género, su apariencia física, el desdén familiar y cuyos vacíos fueron llenados por la literatura y el activismo social?, una posible respuesta está en Cartas a Ricardo.
Quien se dé a la tarea de revisar sus numerosos ensayos y textos periodísticos, se encontrará con la mente lúcida y brillante de quien fue una de las primeras mujeres en impartir cátedra en la Facultad de Filosofía y letras en la UNAM, en los años sesenta, y cuyos restos descansan en la Rotonda de las personas ilustres de la Ciudad de México, desde 1974.
*Licenciada en letras hispánicas por la Universidad de Guadalajara. Trabaja en Educación Continua en el CUSur