La entrada ahora es un lugar mágico. La fantasía nos envuelve en medio de luces resplandecientes y sombreros flotantes. Es como si hubiera un hechizo en el ambiente, un rumor, un susurro por el aire de octubre: el anuncio de un nuevo aquelarre por los pasillos del Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingenierías.
Y al igual que desde hace décadas, la ilusión revive en la comunidad del campus. La misma emoción que han experimentado generaciones anteriores, un entusiasmo transmitido desde hace 63 años, cuando el primer Aquelarre recorrió las calles. Desfilando por las concurridas avenidas con tal de honrar el legado de la alquimia. De aquellos brujos y brujas poseedores de un saber antiguo, los antepasados de la ciencia actual.
Aquí de lo que se trata es de las raíces, de donde surge todo. El nacimiento de un legado que ahora es parte de la vida de tantos profesionistas.
Miércoles 23 de octubre de 2024
Todos los aquelarres tienen líderes. A veces son los más fuertes, los más poderosos, los más inteligentes. Hay algo que los distingue. Una especie de misticismo los rodea, les otorga la capacidad de encabezar a la tribu. Y hoy todas las personas candidatas a reinar sobre este aquelarre se enfrentan en un concurso de talentos.
Cada uno ha dejado el alma a su manera. Ya sea porque han resistido dos semanas de “vendimia” para sustentar los gastos, o porque han conocido lo que realmente es el estrés. Tantos días preparando alimentos, compitiendo entre ellos o simplemente practicando. Alistándose para este gran día, donde encima del escenario sus ojos ya no pueden mostrar miedo o nerviosismo. Lucen intensidad en sus actuaciones: como Astorga, “El rey verde”, quien me contó que para él lo más difícil fue prepararse cada noche y madrugada con el piano. Ahora la melodía tranquila de su solo nos envuelve. O Sher, la reina rosa, con su energía vibrante, apoyada de las porras de sus amigas, quienes estuvieron con ella en cada parte del proceso.
Todas sus actuaciones están incentivadas por un deseo: el de ganar. La pasión en cada paso, nota tocada o frase cantada impacta al auditorio. El público vitorea a sus favoritos y será un trabajo muy difícil para los jueces decidir quién merece llevarse el primer lugar. Hoy todos son reyes y reinas.
Martes 29 de octubre de 2024
Ya hace frío, el aire golpea suavemente la cara, y el pasto del jardín de los Químicos tiene una leve sensación de humedad. La pantalla irradia cierto fulgor, pero no es suficiente. Deja ver a Anya Taylor Joy de forma muy difusa. La película es The Witch. El ambiente es idóneo para una proyección de películas al aire libre. Muy de noche y bastante oscuro, cercano a la hora de las brujas. Además, el día del aquelarre ya se acerca.
Miércoles 30 de octubre de 2024
Resuenan tambores que, acompañados de gritos profundos, estremecen a todas las cabecillas expectantes. Hay un montón de troncos apilados en el centro. Sabemos qué viene después: el fuego. Pero aun así nos enfocamos en las personas que giran alrededor. Es el concurso de escobas que inaugura la fiesta. Había varias decoradas, brillantes, prolijas a pesar de ser una herramienta tan banal. Y el concepto jamás era el mismo: la creación, la naturaleza, la muerte, los ojos y mente de los participantes concebían de forma muy diferente aquel curioso instrumento; pues al final del día, ¿qué clase de bruja o hechicero serían sin su fiel escoba?
Después viene lo más importante: desconocidos entran al aquelarre, se hacen uno con el círculo. Aquellos intrigantes sujetos están caracterizados a la antigua. La vestimenta rústica, sus miradas feroces, se pasean entre el público con antorchas encendidas en mano. Hasta que sea el momento, no hay nada más que esperar. Incluso el Sol empieza a abandonarnos. Es cuando para el místico paseo y prenden toda la madera del centro. Ha llegado el momento de brindar, de agradecer el camino; todos los estudiantes bebemos de una copa, para remarcar que esta es una travesía compartida. Desde el inicio de sus carreras en realidad lo ha sido, nos hemos estado acompañando desde que el dictamen de “admitido”.
Y ahora el sentimiento es cálido, todos rodeamos la hoguera y un poco de las llamas nos abrasa, logra calentarnos ahora que es de noche, ahora que la única iluminación viene de ese centro, del pequeño incendio que va a consumir las batas. Las mismas que sobrevivieron por años a los laboratorios, a las prácticas e incluso al servicio social. Aquellas que tenían manchas de reactivos y un botón descosido en alguna parte. Son las mismas que arderán, y van a dejar paso a una nueva bata.
Es entonces cuando la primera persona se acerca temerosa. La hoguera exige respeto, lejanía para no consumir todo a su paso. Con cautela avienta su bata, dando inicio a una reacción en cadena de todos los presentes. Es oficial: los estudiantes de ciencias básicas químicas de último año queman sus batas, igual que como se ha hecho desde décadas anteriores. Se despiden de quienes fueron; pronto ejercerán, serán llamados licenciados; tendrán un título en sus manos; podrán sonreír con nostalgia cuando los pasillos del Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingenierías sean un lugar lejano en su recuerdo.
Jueves 31 de octubre de 2024
CUCEI ha quedado muy atrás, ya no es posible distinguirlo a lo lejos. Aunque sabemos de dónde venimos, ahora importa más el destino. Todo el contingente ríe, es bullicioso. Los participantes lanzan dulces a los niños y bailan cuando la marcha se los permite. Es divertido, singular: de un lado hay cinco personas disfrazadas de telas y en el otro extremo la botarga de ajolote corre para no quedarse atrás. Y aunque la resolana ya quemó varias espaldas, nadie se queja, el ambiente fraternal es suficiente para resistir hasta Rectoría. Los autos pitando y la música de los carros alegóricos, todo es un aliento.
Supongo que de alguna manera es un camino conocido, cada año la misma ruta. Mi amiga Mine me platica de sus desfiles cuando aún era estudiante de licenciatura, ahora que ostenta una maestría; sin embargo, sigue siendo curioso: generaciones y generaciones de caminantes, de toda una comunidad festejando la unión. Se ha invertido tanto corazón en cada parte del evento, desde que nació la idea de la manifestación de este año en una conversación en Uber, cuando los estudiantes a cargo regresaban del anterior aquelarre, pensando cómo podría mejorar, cómo seguir abrazando la tradición, sentir en cada poro la magia. Y lo han logrado. El gran contingente universitario se aproxima a Rectoría de la UdeG. Ya podemos visualizar el centro de hidratación y, aún con el disfraz medio deshecho, todos se emocionan. Ya estamos en las puertas del MUSA y del edificio principal, hemos llegado a casa. Otro año, otro aquelarre.
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Este contenido es resultado del Programa Corresponsal Gaceta UdeG que tiene como objetivo potenciar la cobertura de las actividades de la Red Universitaria, con la participación del alumnado de esta Casa de Estudio como principal promotor del medio oficial de comunicación de la Universidad de Guadalajara.