El Óscar para la Mejor Película animada fue para Pinocchio. Esto lo anunciaron los actores Dwayne Johnson y Emily Blunt este domingo durante la ceremonia 95 de los Premios de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, en el Dolby Theatre de Los Ángeles, California.
“La animación está lista para el siguiente paso, estamos listos para ello, por favor ayúdenos, mantengan la animación en la conversación”, dijo el cineasta tapatío Guillermo del Toro cuando tuvo la estatuilla en sus manos, quien además agradeció a Netflix, a sus colaboradores y a su familia, que en todo momento contribuyeron durante la creación del filme hecho en stop motion.
La creación de esta emblemática y multipremiada película, que se ha robado los corazones de millones de personas en el mundo, fue en Zapopan, Jalisco, en el Taller del Chucho de la Universidad de Guadalajara (UdeG), un conjunto de bodegas ubicado entre el cluster de Calle 2.
No sólo es una pequeña gran ciudad donde todo engrane trabaja para consolidar historias que se cuentan a través del cine animado, con departamentos tan especializados que van desde el vestuario, hasta maquetas, carpinterías, software, etcétera.
Es un sitio que, a decir de la directora del Taller del Chucho, Angélica Lares, es la materialización del sueño de Guillermo del Toro, consolidado con apoyo de la UdeG.
“Él sabía del talento que hay en casa, que hubiera un espacio digno, con instalaciones complejas y equipo suficiente. Guillermo tuvo un acercamiento con la UdeG y se escogió este lugar. Para acondicionarlo tardamos dos años, desde 2019”, explicó.
Bajo esa encomienda vino el compromiso inmediato de recibir el proyecto de la película de Pinocchio, pues se había acordado que se filmarían las secuencias de los conejos que acompañaban al personaje principal cada que moría en la historia.
Angélica Lares asegura que no pudo haber una mejor elección de las secuencias, porque la cercanía de los artistas con temas de la muerte es el halo que cobijó esta película con fuerte esencia mexicana.
“Nos preguntaban por qué en nuestros respectivos proyectos, cortometrajes, está la temática de la muerte tan recurrente, con un corte oscuro, y creo que sin ponernos de acuerdo tenemos ciertas raíces, pues es algo con lo que vivimos los mexicanos: la pérdida y la ausencia”, contó la animadora Karla Castañeda, quien tuvo parte activa en la producción de Pinocchio en Jalisco.
Karla Castañeda explica que en Pinocchio se ve reflejado el trabajo colectivo, donde se dio, literalmente, un alma a los objetos, y que cada que ve la película encuentra nuevas identificaciones con los personajes.
“La técnica es hermosísima, la dirección de arte y más. Pero lo que más destaca de la película es la narrativa, pues Guillermo además es un gran guionista. Él es un gran capitán del barco, generoso, que siempre da hacia su equipo de trabajo”, recalcó.
Como dato curioso en la creación de las escenas de los conejos jugando cartas, Karla Castañeda recuerda que fue un gran problema la resolución del estampado de las barajas.
“Me costó un montón de trabajo, porque además se imprimieron en máquinas alemanas de 1940 y de pronto llegábamos con las cartas y tenía que tener un suaje perfecto, y luego las poníamos en la mesa y brillaban muchísimo, y probamos con papel italiano, con más algodón o con menos algodón. Hoy tú ves la escena con los conejos jugando rápido, pero fueron como tres meses de trabajo”, dijo satisfecha del resultado.
Con ello, cada día fue un reto nuevo, que se fue resolviendo gracias al equipo de profesionales.
Angélica Lares informó que actualmente en el taller son ocho personas de base, pero las producciones en las que trabajan crecen conforme van sucediendo.
Actualmente el Taller del Chucho trabaja con nuevos proyectos de cineastas como Rita Basulto, Cecilia Andalón, Sofía Carrillo, León Fernández y más.
“Algo muy importante, y nos lo tomamos muy en serio, es el formar parte de la UdeG y por ello debemos tener esa vena de la academia y acercarnos a los jóvenes, para que sientan que esto es parte de su formación, somos un abanico de posibilidades, un crisol”, recalcó Angélica Lares.
Los creadores aseguraron que el taller es un espacio donde los sueños se cumplen, un hub creativo donde se forman a talentos, pero también donde quedan satisfacciones y logros, como los ocurridos durante los últimos meses en las distintas entregas de premios y que este domingo alcanza la máxima: haber conseguido un Óscar por una de las producciones hechas en casa.