En el contexto actual, la tecnología se ha vuelto una herramienta imprescindible para mantener la comunicación, tanto en el ámbito personal, educativo, económico o laboral.
El acompañamiento mediante la telefonía móvil, las plataformas digitales o las aplicaciones dirigidas al desarrollo del proceso de aprendizaje o de entretenimiento, se convirtieron en la herramienta sustitutiva ante las medidas de confinamiento originadas por la pandemia del SARS-CoV-2.
Sin embargo, la accesibilidad a estas herramientas ha generado la llamada “brecha digital de género”, dado que solo el 48% del total de las mujeres en el mundo tiene internet (en el caso de los hombres es el 55%).
En este mismo tenor, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) menciona que en promedio la probabilidad de tener un teléfono inteligente es 26% inferior en las mujeres que en los hombres, lo cual las posiciona en una situación de desventaja para aprovechar las oportunidades que brindan la conectividad y las plataformas digitales al aumentar sus posibilidades de empleo, el acceso al conocimiento o evitar desplazamientos mediante los trámites en línea.
Por su parte, la Unidad de Inteligencia Competitiva (The Competitive Intelligence Unit) resalta la importancia de la inclusión de las mujeres en el uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) para su desarrollo, e identifica la desigualdad del acceso a la conectividad por nivel socioeconómico para las mujeres en México, donde un 22.3% de ellas en el estrato económico bajo son usuarias de internet, mientras que en el estrato económico alto, son el 46.7%.
En el ámbito laboral también se observa una sub-representación de las mujeres en los empleos relacionados con las TIC, así como en los puestos de alta dirección y en las carreras afines a éstas áreas.
La OCDE refiere que los hombres tienen cuatro veces más probabilidades que las mujeres para especializarse en el área de la tecnología y la comunicación.
Esta brecha está relacionada con los prejuicios y estereotipos de las niñas y las mujeres para tener una educación que les permita desarrollar las habilidades digitales.
De acuerdo con datos del Banco Mundial, sólo el 7% de las mujeres decide estudiar una carrera en el área de conocimiento de la ingeniería, manufactura y construcción, mientras que los hombres representan el 22% en dicha área, respecto al campo de las TIC, el 28% de los estudiantes son mujeres y el 72% son hombres, mientras que en México el 23.5% de la matrícula es población femenina y un 76.5% es población masculina en las carreras sobre TIC.
Reducir estas brechas digitales de género implica reconocer los distintos factores que están detrás, además de la educación y el acceso a la tecnología. Dado que las mujeres destinan más tiempo al cuidado del hogar respecto a los hombres, esta condición reduce su espacio para dedicarse al uso o aprendizaje de las herramientas tecnológicas.
Según la OCDE, las mujeres dedican 2.6 veces más que los hombres a las tareas del hogar. En este mismo sentido, la posición de la familia y el entorno influye en las decisiones para elegir una carrera hacia las disciplinas STEM, de acuerdo al Reporte de Investigación “Mujeres eligiendo carreras STEM”, un 31% de las mujeres indicaron que su familia influyó en la decisión para elegir una carrera, para los hombres el porcentaje fue del 28%.
Mientras prevalezcan los estereotipos de género y las oportunidades profesionales del mercado de trabajo privilegien a la población masculina, será complejo disminuir las brechas digitales para las mujeres.
Sin embargo, el reto comienza desde casa y las instituciones de educación básica, media superior y superior pueden generar estrategias vocacionales para las niñas, adolescentes y jóvenes hacia el desarrollo de competencias digitales que les brinden las herramientas para competir por mejores posiciones profesionales y/o laborales.