Un hombre encorvado y de piel lacerada, sostiene entre sus manos una copa de absenta. El encanto se tiñe de verde y azul, mientras los demonios, impacientes, esperan el comienzo de la celebración. Lo anterior es una lectura de la acuarela “Cuando sea viejo”, un autorretrato de Marilyn Manson, perteneciente a la exposición The Path of misery.
El antiguo colegio de San Ildefonso, en Ciudad de México, presenta esta muestra en la que Brian Warner, es decir, Marilyn Manson, reconoce en su obra plástica la influencia de Salvador Dalí y Egon Schiele, este último precursor del expresionismo en Austria.
Desde hace más de una década Marilyn Manson trabaja en el terreno de las artes plásticas y nutre sus acuarelas no sólo de los artistas citados. Entre otras de sus figuras decisivas están el escritor Aleister Crowley, conocido como “La Gran Bestia”; el poeta maldito Charles Baudelaire y el filósofo Friedrich Nietzsche.
Más allá del músico, Manson es considerado un fenómeno cultural, un antihéroe que desafía juicios morales, religiosos y mediáticos, y que, en una faceta distinta, expresa sus eternas visiones oscuras. “Quien no evoluciona puede convertirse en su propia parodia. Tengo que evolucionar diariamente con el fin de mantener mi propio interés en lo que hago. Efectúo muchas cosas que algunas personas no harían, y eso es normal para mí. Es mi estándar. Así que la moral para mí es diferente. Me rijo por las mismas leyes universales, pero lo bueno es generalmente aquello que te gusta y todo mundo tiene gustos diferentes. No trato de ser más malo de lo que soy… por naturaleza”.
El contagio de las vanguardias es una parte importante en The Path of misery. Por medio de trazos burdos, colores intensos y figuras imperfectas, Marilyn Manson plasma el caos, el apocalipsis que persigue al ser humano y, de esta forma consigue penetrar poderosamente en la realidad.
Uno de los puntos fundamentales en el trabajo pictórico de Manson es la crítica hacia el sistema, desde una visión anárquica. Pero The Path of misery también es un ensayo personal sobre el sadismo, el dolor, el miedo y la muerte. Acuarelas como “Por favor, dormir por siempre”, “El carpintero”, “La manzana cae lejos” y “Cada mañana ella debería rezar para que los demonios devoren a sus padres”, encarnan las obsesiones de este artista.
En septiembre de 2002, Marilyn Manson inauguró su primera exposición: The golden age of grotesque. En aquel momento dijo: “Lo único que hace diferente a la música de la pintura es que puedo estar solo. Pinto en silencio. Sólo estamos yo, la brocha y el lienzo”. Las acuarelas incluían un Hitler hermafrodita, rabinos inducidos a la alucinación por medio de la absenta y la representación de una de las víctimas de asesinato más famosas de Los íngeles, California: Elizabeth Short, llamada “La Dalia Negra”. De aquella muestra incluyen algunas obras en The Path of misery.
El trabajo de Manson une ficción y realidad. Su estilo de vida, y sus sueños, o quizá pesadillas, a las que hace alusión en su biografía El largo y arduo camino para salir del infierno, están íntimamente ligadas a la producción de sus acuarelas.
El estadunidense Chuck Palahniuk, uno de los pocos periodistas y escritores que ha logrado entrar en el hábitat del artista, relata en su libro Stranger than fiction: “Es casi media noche en el desván de Marilyn Manson. Estamos en lo alto de una escalera de caracol donde el esqueleto de un hombre de más de dos metros de altura, con los huesos ennegrecidos por el paso del tiempo, permanece en cuclillas, con el cráneo humano remplazado por el cráneo de un carnero. Se trata del retablo de una antigua iglesia satánica en Gran Bretaña. Al lado del esqueleto está la pierna artificial que un hombre se quitó y le dio a Manson después de un concierto”.
Este camino de miseria recuerda las imágenes a las que Chuck Palahniuk se refiere. Siniestras representaciones que parecen cobrar vida a través de un intenso color y, que al mismo tiempo, se mezclan con la tenue luz del antiguo colegio de San Ildefonso.