Con caminar lento y texteando en su celular, jóvenes estudiantes cruzan el enrejado gris del CUCSH PUERTA NO.2. Imagino que contestan la pregunta: ¿Cómo se ve el CUCSH en #UnDiaSinNosotras? Cuestionamiento, quizás, de ellas, las estudiantes que no asistieron a clases.
¡Buenos días! Saluda la mujer de seguridad, desde el interior de la caseta del plantel universitario ubicado por periférico norte, en Los Belenes. Son las 8:00 horas, del 9M.
No hay murmullos en espacios del centro universitario. Hombres en solitario caminan contando sus pasos. Nadie oprime insistentemente el botón del elevador para llegar a su salón de clases, y mientras se escucha el «ahí va el maestro»; nadie sube corriendo las escaleras para pasar de rápido a la cafetería y toparse, como todas las mañanas, el poster de la CEDHJ: «¿Qué hacer? ante el acoso y hostigamiento» y los cinco pasos a seguir.
Sólo el trinar de las aves, que resuena en los pasillos desiertos del Edificio F4, ambienta un escenario de aulas con butacas vacías y el saludo con el colega, mientras dicta clases a apenas ocho jóvenes.
En silencio, recibiendo los rayos del sol, me encuentro a ella, con su pañoleta morada, color distintivo que simboliza la lucha emprendida por las mujeres.
Es una académica visitante y aprovecho el momento para preguntarle: ¿Qué opina sobre el #9M? Duda en contestar por su calidad de visitante, y con voz firme dice: Es un llamado a la reflexión del comportamiento en este tema, de todas y todos, y de la familia —parafraseando sus palabras.
Ella estaba ahí, pero faltaban ellas, las alumnas, las trabajadoras administrativas y docentes del CUCSH que se sumaron al movimiento 9M.