Un Día de Muertos en CUTonalá

La celebración en el centro universitario es más que una jornada de fiesta: es la ocasión para que toda su comunidad se una para trabajar y crear un festival memorable

Todos los años, dentro del Centro Universitario de Tonalá, en el Día de Muertos se vive una verdadera fiesta cultural cuya esencia es la unión de estudiantes, administrativos y personal académico. 

Este 2024 la magia comenzó con arte: el día 28 y 29 de octubre hubo el taller de calabazas “Halloween en maché” que fue impartido por Maicol Ospina Barriga, licenciado en diseño de artesanías. Además, como parte de finalización de diferentes talleres culturales, desde el día 30 de octubre al 1 de noviembre se pudieron visitar las exposiciones de calaveritas literarias, cráneos decorados, decorados en macramé y el tendero artístico. 

El 1 de noviembre, alrededor de las 10 de la mañana, llegamos al Centro Universitario de Tonalá, donde ya se levantaban las primeras estructuras que más tarde se convertirían en coloridos altares de muertos. 

Los puestos de comida estaban en plena preparación, mientras que otras atracciones, como el registro civil, el toro mecánico y la lotería, empezaban apenas a tomar forma. En la explanada de las amplias aulas, el escenario ya estaba listo para abrirse en cualquier momento. Aunque el ambiente parecía tenso, en realidad era una mezcla de entusiasmo y esmero, todos se aseguraban de que cada detalle estuviera perfecto para recibir a los invitados. 

El inicio oficial del evento lo marcó el desfile tradicional de Día de Muertos, donde los participantes lucieron con orgullo y glamour sus coloridos atuendos. El recorrido atravesó los principales corredores de la universidad hasta llegar al puente que conecta los dos espacios más importantes del campus. El puente simulaba la entrada al más allá, adornado de principio a fin con papel maché de colores llamativos, cenizas y flores de cempasúchil. 

Poco después, aproximadamente a la una de la tarde, el festival ya estaba en pleno auge. Los asistentes, cautivados por el ambiente, recorrían el lugar pensando en qué actividad realizar primero. Mientras tanto, en el escenario principal se llevaba a cabo el concurso de catrinas y catrines. 

Una de las participantes, estudiante de derecho, compartió su entusiasmo por el concurso. Explicó que su vestuario era un homenaje a su familia, que ha trabajado el barro por generaciones. 

Cada uno de los participantes tenía una historia interesante sobre su caracterización, muchos de ellos homenajeaban a personajes que admiran por su trayectoria o por la huella en su lucha social. 

¡Y qué sería una fiesta sin música! Con mucha presencia en el escenario, la SP Band hizo que la gente poco a poco soltara el esqueleto. En un dado momento el público cantaba, bailaba y hasta se electrocutaba con una máquina controlada por “La Monja”. Se vivía un momento totalmente surrealista entre vivos y muertos. 

Para cerrar el festival, se realizó la premiación de los distintos concursos, seguida de unas palabras de Jairo de Jesús Nares Amezcua, coordinador de Extensión, quien agradeció a todas las áreas participantes. 

Destacó la colaboración entre coordinaciones, unidades y divisiones, que hizo posible alcanzar la meta de cada año: lograr que el festival sea cada vez más grande y memorable. Gracias al contributo de una comunidad que entrega más que su trabajo, sino su amor y pasión, contribuyendo significativamente a la diversión y desarrollo de los estudiantes.

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Este contenido es resultado del Programa Corresponsal Gaceta UdeG que tiene como objetivo potenciar la cobertura de las actividades de la Red Universitaria, con la participación del alumnado de esta Casa de Estudio como principal promotor del medio oficial de comunicación de la Universidad de Guadalajara.

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