El teatro, a lo largo de su historia, ha recuperado mucho de lo que preocupa a las sociedades que lo producen, y la justicia ha sido uno de los temas con mayor presencia. El sentido e importancia del derecho, así como la figura del abogado, han aparecido en dramaturgos clásicos tan remotos como Terencio, Plauto y Aristófanes, quienes incorporaron procesos jurídicos en sus tramas, como los conflictos centrales de sus piezas. En sus obras es posible identificar con claridad fórmulas de celebraciones de contratos, testamentos, así como diversas actuaciones procesales.
Posterior a estos autores, en la última década del siglo XVI, William Shakespeare integra en su obra El mercader de Venecia, uno de los procesos que hoy se encuentran en discusión en México: el juicio oral.
Con motivo del 186 aniversario de la institución del poder judicial en Jalisco, tendrá verificativo la Primera semana cultural del Supremo Tribunal, del 14 al 18 de noviembre. Habrá actividades diversas, como conferencias y talleres, que fundamentalmente giran alrededor del juicio oral, y cerrarán la semana con la presentación, en el patio del Supremo Tribunal, del cuarto acto de El mercader de Venecia, de W. Shakespeare.
El responsable de esta iniciativa es el magistrado de la Octava sala del Supremo Tribunal de Justicia, Carlos Herrera Palacios, quien encabeza a un grupo de teatro formado por empleados del Supremo Tribunal y abogados del medio forense.
Una vez que arrancaron con el proyecto, Herrera se dio a la tarea de buscar un director de teatro, y convocó a Miguel Lugo, uno de los directores más activos en la escena local. Para Lugo “este proyecto está lleno de retos y también de entusiastas novedades, ya que además de trabajar con abogados aficionados al teatro, es la primera vez que monto una obra de Shakespeare. Si bien la mayoría de los miembros del grupo no tiene experiencia en la actuación, a todos los convoca el gusto por el arte, la escena y la música. Por primera ocasión hay un grupo de teatro dentro del Supremo Tribunal y eso es magnífico. La idea es que el resultado sea interesante para que pueda continuar. Antes de cada sesión de ensayo, veo al grupo y percibo la serie de complejidades y tragedias que manejan a diario en su oficio. Me he documentado sobre el juicio oral para buscar caminos para el montaje. Hacer teatro unos días a la semana para ellos es liberador, los saca de un ámbito muy complejo, tremendista incluso. Esta iniciativa se extenderá a centros universitarios relacionados con el ejercicio del derecho, para dar pie a charlas y abrir discusiones sobre el juicio oral, próximo a instituirse en todo el país. Es extraordinario ver el interés del grupo, con el que asisto a ver diferentes puestas de la ciudad, con las que enriquecemos nuestro trabajo”.
Un judío usurero, una doncella, un noble en bancarrota y un comerciante, son los protagonistas del drama veneciano que recrea Shakespeare, en el que el cobro de un pagaré los lleva a la celebración de un intenso juicio. El debate sobre la impartición de justicia llegará a los ojos y oídos de litigantes, jueces y magistrados, gracias al trabajo de colegas comprometidos con su profesión.
El magistrado Carlos Herrera explica: “Nos interesa hacer saber que los juicios orales han sido una herramienta válida para la impartición de justicia desde la antigí¼edad. Se trata de dar un mensaje no a través de una conferencia, sino a través del arte. El teatro es un vehículo cultural que no pasa de moda y es sumamente enriquecedor, sobre todo si pensamos en el mundo tan difícil de nuestro oficio. Hacer teatro es dotar a ese universo, la mayoría de las veces hostil, de una dosis de humanismo y sensibilidad. Es un poco una estrategia franciscana de ‘evangelización’, muy a nuestra manera y del brazo de Shakespeare”.