La UNESCO declaró que el tercer jueves del mes de noviembre se conmemoraría el Día de la filosofía. La Conferencia General en 2005 destacó que “la filosofía es una disciplina que fomenta el pensamiento crítico e independiente y es capaz de trabajar en pro de una mejor comprensión del mundo y de promover la tolerancia y la paz”.
Celebrar a la filosofía y no a los filósofos es pertinente ya que, así como hay filósofos idealistas también los hay materialistas, conservadores y liberales, hay cientificistas y detractores de la ciencia, relativistas y esencialistas, etcétera. Por lo anterior, si se pretendiera celebrar a los filósofos nos preguntaríamos: ¿a cuáles?
En cambio, cuando recordamos a la disciplina hacemos alusión a la forma intelectual de acercarnos a la comprensión de la realidad que no es propiedad privada de los filósofos sino de la humanidad.
Tal vez más de algún lector diría: “A mi la filosofía no me interesa” y si le preguntáramos ¿por qué?, el lector tendría que ofrecer alguna razón de su rechazo a la filosofía en donde, irremediablemente, tendría que comenzar a filosofar, es decir, poner en práctica aquello que no le interesa.
Sin duda los filósofos y los estudiosos de la filosofía se aproximan de manera más sistemática a la solución de las interrogantes propias de la filosofía, pero, al igual que nos ocupamos de nuestra salud, y no únicamente los médicos, o tratamos temas económicos, y no solamente los economistas, también la filosofía es un asunto de todos y no sólo de los filósofos.
Siguiendo la analogía con la medicina y la economía podemos decir que, si las acciones y reflexiones ordenadas sobre propósitos financieros y de salubridad nos aproximan a mejores soluciones en nuestras prácticas de cuidado del cuerpo y administración de nuestros recursos, también el cultivo de la reflexión filosófica nos aproxima a encontrar mejores respuestas a nuestras inquietudes intelectuales.
La filosofía es un asunto de todos porque los humanos, además de buscar satisfacer necesidades biológicas como la salud o la alimentación, también deseamos saber, pero además, cuando procuramos certezas sobre nuestro saberes, se hace necesario reflexionar sobre el valor de nuestras creencias, sobre la manera en que las adquirimos o sobre la confianza que podemos tener en la fuente de donde adquirimos nuestros saberes; y este tipo de búsquedas sólo es posible mediante procesos reflexivos en los que interrogamos las creencias que se nos ofrecen como válidas a partir de fuentes externas, sin embargo también implica la indagación sobre nuestros propios pensamientos.
Si bien la filosofía probablemente no sea la madre de todas las ciencias, sí podríamos afirmar que el desarrollo de las ciencias requiere de actitudes e indagaciones filosóficas, ya que un primer paso para el desarrollo del conocimiento científico requiere preguntar sobre la consistencia de los saberes previos. Pero además es una disciplina que no está ligada sólo a quienes de manera profesional cultivan el conocimiento ya que, en esta natural inclinación humana al saber, que además es un recurso de sobrevivencia, nos preguntamos por lo correcto de nuestras acciones y la de los otros, así como por la verdad en la información que se nos presenta; y la aproximación a la solución genuina a estas interrogantes únicamente es posible mediante procesos de reflexión filosófica.
Por su parte los filósofos, que llevan al extremo la interrogación de la realidad, no logran ponerse de acuerdo en lo que es la filosofía, pero al menos podrían coincidir en que la filosofía es una actividad intelectual que interroga sobre la realidad y las creencias que tenemos sobre ella, pero, además, el recurso primordial de indagación es el pensamiento, pues los objetos sobre los que se interroga no siempre tienen un referente material que pueda ser verificado por medio de la experiencia.
Por lo anterior las interrogantes filosóficas se realizan sobre nociones tales como el bien, la belleza, la verdad, el amor, la confianza, la justicia o la libertad, que son conceptos que no tienen un referente empírico, mas son indispensables para desenvolvernos en el mundo y orientar nuestros proyectos de vida.
La UNESCO menciona que el cultivo de la filosofía, además de trabajar en pos de una mejor comprensión del mundo, promueve la tolerancia y la paz, y no puede ser de otra manera, ya que, el darnos cuenta que podemos estar equivocados en nuestras creencias, nos faculta para ser tolerantes y, por ende, evitar la agresión ante puntos de vista diversos.
Es por lo anterior que conmemorar a la filosofía también es conmemorar a la humanidad en su disposición y afán por develar los secretos que en todo momento nos depara la realidad.