La guerra es la paz. La libertad es la esclavitud. La ignorancia es la fuerza”. Estos son algunos de los principios impuestos en el mundo por el Gran Hermano, que el escritor británico George Orwell describiera en su novela 1984. En días pasados, la compañía The Actor’s Gang presentó en el Teatro Experimental de Jalisco una puesta en escena de esta novela, escrita hace 60 años.
Adaptada por Michael Gene Sullivan, director de la compañía teatral de mimos de San Francisco, Mime Troupe, y dirigida por el director artístico de The Gang: Tim Robbins, la obra describe una sociedad que vive asustada por el control ejercido en sus vidas por el Gran Hermano. El gobierno les dice qué pensar y qué decir. Ante esta realidad autoritaria se encuentra Winston Smith, el personaje principal, empeñado en salvar alguna de sus creencias… o que cree recordar qué creía.
Steve Poter, Keythe Farley, Nathan Kornelis, Kaili Hollister, Cameron Dye y V. J. Foster se hacen carne con el totalitarismo en escena y ponen el mayor énfasis en la flagelación. La obra sin duda tiene distintos matices: hasta cuotas de humor en un cuarto de tortura, con lo “bizarro” que eso puede llegar a verse. Y aunque suene incongruente, todo encaja en perfecta sintonía cuando los focos se dirigen a la historia de la persona que está siendo torturada.
El sentimiento que los actores quisieron plasmar en la obra es el miedo. Miedo a hablar, a hacer, pero sobre todo, a pensar. Miedo de soñar, de llegar a creer que hasta sus sueños son controlados. Paranoia. Persecución. Y en medio de todo el horror que causa la situación en sí, destellos de amor, de añoranza, de recuerdos gratos, de evasiones, de miserias descubiertas en público… un pedazo de vida humana. Un trozo de realidad. Este interrogatorio poco ortodoxo nos muestra, a lo largo de poco más de dos horas, cómo se pueden entrelazar cuatro sentimientos distintos: felicidad, tristeza, rabia y miedo, en una puesta en escena sólidamente formada.
La obra de Orwell es reflexiva e introspectiva en su punto máximo. La confesión de Winston no deja de ser válida, al igual que los principios en los que cree el interrogante. Entonces… ¿quién es el bueno y quién el malo?, ¿cómo tomar partido en una situación en donde tanto el torturador como el torturado sostienen ideas igualmente válidas, y aun peor: ninguno se considera “el villano”? Los actores llegan a la conclusión de que “el público decidirá quién es el malo”.
Sobre Actor’s Gang
Los integrantes de este grupo de actores que Tim Robbins formó en 1981, eran estudiantes de la Universidad de California en Los íngeles (UCLA), y en estos 28 años de trabajo comprometido y “en familia”, como los propios actores lo declaran, Tim Robbins fue y es el director artístico de la agrupación.
Cuando creó la compañía de teatro, tuvo la idea de llevar a las tablas obras vanguardistas con contenido sociopolítico. Tiene una marca personal que siempre ha sido la manifestación en contra de las ideas políticas de George W. Bush: esto le da un sentido actual (aunque no explícito) a la puesta en escena de 1984. Ahora es una de las compañías de actores con mayor trayectoria en Los íngeles. Cuenta con más de 85 producciones y 100 premios.
Este grupo de actores tiene un propósito claro, como lo muestra en su página de internet: “The Gang ha continuado creando reinterpretaciones osadas de clásicos en su estilo ‘comedia Dell’art’ y al mismo tiempo desarrollaron nuevas obras que dirigen al mundo de hoy a un prisma de sátira (…) Las producciones de la agrupación inspiran a las audiencias a sentir, pensar y sobre todo cuestionar, conectándose con extraños, compartiendo la experiencia humana”.
Los actores nos cuentan que lo que el grupo aporta a esta obra es el hecho de transmitir todas las emociones en el escenario. Enfocar su energía para que se convierta en el “estilo de firma”. Su clave está en representar esos cuatro sentimientos: felicidad, tristeza, enojo y miedo, de una forma verídica. “Y esa ‘verdad’ se transmite a través del cuerpo, de la garganta, de los ojos y la hacemos crecer tanto como sea posible”, agrega Kaythe Farley.
Otra característica que los diferencia de otras compañías de actores es que ellos comenzaron siendo un grupo grande y, a través de un taller que duró varias semanas, fueron seleccionando a pocos actores entre muchos. Es claro que este aspecto le da calidad al grupo a través de las personas que lo conforman actualmente.
Kaili Hollister agrega que “al final de la obra te sientes [el espectador] como parte de la obra”. Esa es la intención de la compañía: que la audiencia se funda con los actores y con la obra: que la hagan suya.
La elección de 1984 no podría ser más acertada para la ciudad, el país y el mundo en el que vivimos. Esta historia no pierde vigencia. Por el contrario: cada vez se acerca más a la descripción-premonición que Orwell hizo. Ya arribamos a ese lugar, a esta tortura de la que el autor nos habló. La brillantez de The Actor’s Gang pone en nuestros huesos esa conciencia, porque la conciencia no sólo está en la mente: también en los huesos. Y si no cree, pregúntele a Winston.