El Festival Internacional del Cine en Guadalajara dio a conocer la semana pasada, las 82 películas en concurso para su edición 28. De estas, 18 competirán en la categoría de largometraje iberoamericano, 18 en la de documental iberoamericano y 46 en cortometraje iberoamericano.
La selección incluye cintas que están cerrando su ciclo, explica Gerardo Saucedo Romero, director de programación del festival, “que arrancaron en Cannes y que su último espacio importante será Guadalajara, como la colombiana La playa, y la argentina Infancia clandestina, sobre la situación que vivían los niños durante la represión en los años de la guerra sucia”. Y también películas que apenas se están estrenando, y que incluso son debut internacional: “Como es el caso de dos de las cuatro películas de ficción mexicanas: Tercera llamada, del director Francisco Franco, y Besos de azúcar, de Carlos Cuarón”.
Las películas concursantes fueron escogidas entre alrededor de mil materiales, de los cuales 300 eran de ficción, 200 documentales y más de 500 cortometrajes. Al respecto, Saucedo Romero dice que “Guadalajara se ha convertido en un foro para el corto. Uno desde adentro se da cuenta de la pasión que tienen los jóvenes cortometrajistas para mandarnos sus materiales y los esfuerzos económicos que hacen para estar con nosotros. En general la gente desdeña mucho este tipo de producciones, pero la historia de la relación entre Guadalajara y el corto bien merece la pena de ser escrita y documentada”.
Para muestra un botón: de los 46 cortometrajes en competencia, 19 son de autores mexicanos, de los cuales siete son tapatíos: Rita Basulto con Lluvia en los ojos, Sofía Carrillo con La casa triste, Erik de Luna con Electrodoméstico, Luis Beltrán con ¿Qué es la guerra?, Francisco Jiménez con El gran líder, Luis Téllez con Requesón, y Paola Villa con Uno. A parte de este último corto, realizado en live action, los demás fueron hechos con la técnica de animación.
“La animación tapatía ha alcanzado un nivel de calidad mundial, y varios de los cortos que han sido presentados aquí, hechos por tapatíos, han recibido buena aceptación y han viajado mucho”, explica Gerardo Saucedo. “En este sentido Guadalajara ha establecido una infraestructura, tanto de recursos humanos como por el propio festival en torno al cortometraje”.
Esta selección ha sido también criticada, porque por primera vez se quitaron las categorías de cine mexicano, y las películas nacionales competirán directamente con las de los demás países de Iberoamérica. Saucedo dice que esta decisión fue motivada por varias razones, desde operativas –como el número excesivo de premios que se estaban entregando -hasta más de 50–, a otras que están ligadas específicamente a la situación y la historia del cine mexicano.
Éste, explica, “en los años 40 y 50 era la principal industria de la región, con una capacidad para crear signos de identidad particularmente importantes como ninguna otra cinematografía de la región ha generado: los fenómenos Pedro Infante, María Félix, Pedro Armendáriz, Luis Buñuel y la fotografía de Gabriel Figueroa, por ejemplo”.
Continúa: “En un momento determinado el cine mexicano era el que quizá había producido más películas. Hoy esta situación se ha revertido, porque hay cinematografías más importantes y económicamente fuertes, como la española, y otras como la brasileña y la argentina, que han ido adquiriendo un peso específico mayor que el mexicano”.
“Creo que es particularmente importante ubicar al cine mexicano en este conjunto de industrias que son tan fuertes o más fuertes que la industria de nuestro país”. Es decir, que se salga de la “cortina de nopal” para entrar en competencia con la cinematografía de otros países: “Esto nos permite valorar mejor qué es, cómo es y qué está haciendo el cine mexicano”.
Saucedo considera que de esta forma fue creada una selección más completa y redonda, que permitirá entender lo que está pasando en el cine de la región. “Otra cuestión que tiene que ver específicamente con el festival y la gente de Guadalajara, es que las secciones mexicanas se robaban a las iberoamericanas, en particular el documental. Ahora estamos ofreciendo la posibilidad de que la gente conozca y se adentre en un cine particularmente rico, como el iberoamericano”.
Concluye: “Esto no significa de ninguna manera que el cine mexicano haya dejado de ser la principal preocupación para el festival y los que seguimos haciéndolo. Creemos que al cine mexicano le hará bien compararse con sus pares”. A parte de eso, las películas mexicanas incluidas en las secciones de largometraje y documental, participarán también en la competencia por el Premio Mezcal, otorgado por un jurado de 28 estudiantes de cine y comunicación procedentes de varios países de Iberoamérica.