LAURA SEPÚLVEDA VELÁZQUEZ
Apasionada del futbol, Lucila Venegas llegó al arbitraje de forma un poco involuntaria, motivada por una amiga, quien le comentó que podría ganar algún dinero extra.
Ahora, la egresada de la licenciatura en Cultura Física y Deportes de la UdeG, quien fue integrante del equipo Leonas Negras y es maestra de Educación Física, ingresó al Salón de la Fama del Deporte de Jalisco, que rinde homenaje a los más destacados del deporte.
¿Qué es lo más complicado de una profesión generalmente acaparada por los hombres?
Lo más difícil es el día a día, es complicado, tienes que hacerlo el triple de bien para que te lo reconozcan y a veces aún así no te lo reconocen, son pocos los compañeros que aceptan que una mujer tenga éxito. Hablamos de que estamos abiertos y preparados para que la mujer incursione en otros ámbitos y no creo que sea así, no estamos preparados como nación para eso, pero no todo es malo, hay dos, tres personas que te alientan, la gente que me apoya es lo que me da fuerza.
¿Qué es lo más difícil dentro del terreno de juego?
En la cancha lo más difícil es no hablar con la gente, hay situaciones donde te reclaman, pero eso siempre está, lo único que le pido a Dios al salir a la cancha es poder ver, uno trata de verlo todo y a veces no puedes, y eso es lo más complicado, cuando tienes una responsabilidad tan grande no quieres cometer errores, pero esta actividad es difícil, el grado de dificultad le pone sal y pimienta a la profesión.
¿Cómo ves los avances del futbol femenil?
La Liga abrió muchas puertas, aunque hay mucho que mejorar, como los pagos. Abrió las puertas para que la gente vea que las chicas saben jugar, se preparan físicamente, pero creo que apenas se están estableciendo las bases para que podamos dar el brinco a lo que hay del otro lado del mundo.
¿Cuáles son tus sueños?
Yo decía “Aunque sea un mundial”, después quería más, ir a uno de mayores y unos Juegos Olímpicos y, afortunadamente, he cumplido todos esos sueños trabajando y con el apoyo de mi familia y gente que siempre está. Mi sueño más grande ahora es poder concluir mi carrera en lo más alto, no salir por la puerta de atrás, terminar bien en el arbitraje y con mi familia, pero falta un poco para eso, todavía siento emoción cuando brinco a la cancha.
¿Qué representó el ingreso al Salón de la Fama?
Un honor muy grande, aunque es un premio simbólico, lo que representa para mí y mi familia es tan grande y emotivo que jamás me lo imaginaba cuando inicié arbitrando en Arrollo Hondo, en la tierra, yendo a los ranchitos, y hoy es mi pasión.
¿Cuál es tu filosofía de vida?
La constancia. Yo creo que eso hace todo, uno puede ser fuerte y se quiere comer el mundo y así no es. Descubrí que la gota hace el hoyo en la piedra por la constancia y no por la fuerza; entonces es salir, disfrutar cada día, ser agradecido, ser acomedido y dar las gracias por todo, porque al final todos necesitamos de todos. El arbitraje es mi pasión, es lo que amo, pero no es mi vida, y esa filosofía me ayuda a saber que una cosa es la vida y otra el arbitraje.