A menudo, los jóvenes evitan acudir al urólogo por vergüenza o desconocimiento. Aunque no existe una edad establecida para que los jóvenes acudan a atenderse, es esencial hacerlo ante cualquier alteración en el aparato reproductor masculino o cambios en la forma de orinar.
Salvador Nozomu, adscrito al Servicio de Urología del Hospital Civil de Guadalajara Juan I. Menchaca, señala que algunos de los focos de alarma incluyen ardor al orinar, aumento en la frecuencia urinaria (ir al baño cada 15 o 40 minutos), sensación de urgencia o la aparición de bultos en los testículos. También es importante acudir si hay cambios en el color, olor o volumen de la orina, ya que estos pueden ser indicios de infecciones o problemas renales.
Enfermedades urológicas comunes en jóvenes
El varicocele es una de las afecciones más frecuentes en varones jóvenes, caracterizada por una alteración en las venas del testículo que puede causar infertilidad si no se trata a tiempo. Su presencia puede ser asintomática o manifestarse como un leve dolor o sensación de pesadez en la zona testicular.
El consumo de tabaco es un factor de riesgo para el desarrollo de cáncer urotelial que provoca que se desarrollan tumores en la capa que rodea la vía urinaria desde el riñón, el uréter y la vejiga, lo que afecta significativamente la calidad de vida de los jóvenes.
La mala alimentación y la escasa hidratación contribuyen a otra patología común, la formación de piedras en la vía urinaria. Por otro lado, el abuso de sustancias, tales como la marihuana y la cocaína, provocan la eyaculación precoz y la disfunción eréctil.
En términos de infecciones, los jóvenes no circuncidados deben tener especial cuidado con la higiene, ya que pueden desarrollar balanitis o balanopostitis si no mantienen una limpieza adecuada. Estas infecciones pueden causar inflamación, dolor y dificultad para retraer el prepucio, lo que en algunos casos requiere tratamiento médico.
¿Cómo cuidarme? recomendaciones para el bienestar urológico
La autoexploración diaria durante el baño es clave para detectar cambios en tamaño, forma o coloración. Este hábito es sencillo y hace una gran diferencia en la detección temprana de patologías.
Una buena higiene genital implica el uso de jabones neutros y el secado adecuado de la zona genital después del baño y de orinar. El consumo de al menos dos litros de agua al día, una alimentación rica en antioxidantes y la práctica de 150 minutos de actividad física semanal.
En caso de estar afiliado a una institución de salud, el protocolo indica acudir primero a un médico general, quien luego referirá al especialista. Sin embargo, si se tiene la posibilidad de asistir directamente con un urólogo, es la mejor opción para una atención rápida y efectiva.
“Cuidar la salud urológica desde la juventud es una inversión en bienestar a largo plazo. Escuchar al cuerpo y actuar a tiempo puede prevenir complicaciones mayores en el futuro, garantizando una mejor calidad de vida y evitando enfermedades que pueden afectar la fertilidad y la función sexual en la adultez” finaliza.