Actualidad: Vivo de una manera muy distinta de lo que fue antes mi vida, que también tuvo pasajes diversos y situaciones que me obligaban a formas de vida distintas cada vez, pero ya desde hace algún tiempo y mis distracciones han cambiado.

Literatura: No es cuestión de ideas o sentimientos, es asunto de palabras. Es un orden, una hilera, un conducto que lleva un fluido ignoto: la poesía. Es una cañería, un hilo conductor. La literatura es múltiple, diversa y en mí sigue siendo azarosa.

Escritor: Es un hombre que dice más de lo que sabe. En esa ordenación magnética siempre habla el otro. Es el caramillo de Homero o de Hamelin o del encantador de serpientes.

Tiempo: Llegué hace casi seis años a Guadalajara todavía con energías, que no puedo llamar de juventud, pero sí eran restos de madurez importantes; tenía fuerza en brazos y piernas, pero los últimos tres años empecé a decaer físicamente y para todo me había adaptado, pero no para la decadencia física. Me puse a ver el calendario y me di cuenta de que ya era tiempo que tuviera fallas musculares.

Vejez: Paso por una limitación del movi- miento, de la energía, que trae como compen- sación un mayor reposo espiritual y una posibilidad de entregarse a reflexiones, incluso a tareas de lectura muy distintas de las anteriores, hacer una relectura, leer lenta- mente y con mayor profundidad. He dejado de hacer varias cosas como andar en moto- cicleta o jugar ping-pong, debido a las lagunas y a las fallas de reflejos musculares. Esto es el bienestar de la vejez, una capacidad para irse haciendo el ánimo de que muchas cosas que eran placenteras ya no son posibles. Se empieza a aprender a desaprender, y lo que más presente se tiene es el subir y bajar las escaleras como cuando se era un niño pequeño.

Lectura: No dejo de leer, es mi principal actividad y al mismo tiempo mi principal distracción. Evito leer durante el día para reservar la noche. Mis horas de lectura están dentro de la noche: duermo, despierto y vuelvo a leer. La lectura nos lo da todo. Todavía me sucede descubrir de pronto por ahí en alguna frase que nunca me imaginé un eco perdido de un escritor, de un filósofo o de un poeta.

Libros: A veces compro libros y tardo mucho tiempo en encontrarme con ellos y comenzar a leerlos, seguirlos o desecharlos. De pronto estoy encontrando en mis viejos libros, libros nuevos que hace mucho que leí o que no he leído nunca.

Borges: Jorge Luis Borges se me hace cada vez más claro, nítido e importante. El ejemplo de Borges que no se consideraba escritor, sino lector. Su pretensión fue, y lo logró, ser uno de los mejores lectores del mundo. Yo, que desde niño fui dado a la lectura, y no sabía yo que Borges tenía esa verdadera actividad. Borges leyó mucho desde niño, adolescente, joven, en la madurez y hasta la última vejez.

Música: Beethoven y, por supuesto, en el gran viaje del barroco al posbarroco, Sebastián Bach, Bach y siempre Bach.

Ajedrez: Luego de la lectura y la música, ésta es una de las distracciones más impor- tantes y necesarias en mi vida. Es lo único que me hace descansar, incluso de la lectura y de todos los accidentes de la vida. Yo empiezo una partida de ajedrez y el mundo cesa de girar y el tiempo de seguir recorriendo la carátula del reloj.

Mujer: Su profesión más importante es la de ser mujer. La mujer es el ser más importante, hemos hecho todo lo posible para destruirla dándole igualdad y dándole todos sus derechos no estamos haciendo más que facilitar la explotación convenenciera y masculina de la mujer, porque es muy fácil que la mujer liberada tenga menos escrúpulos.

Hombre: Anda a la buena de Dios. Por obligaciones posicionales andamos bien vestidos, pero luego nos quitamos el saco, nos aflojamos la corbata, nos quitamos el cinturón y nos bajamos los tirantes, es un ser despreocupado que si se entrega a muchas actividades, pero no está agarrado del ombligo, en cuanto nos cortan el om-bligo somos creaturas libres.

La virginidad de la mujer: Resulta casi una broma, la gente se ríe y en realidad sigo sosteniendo que la mujer debe no perder su virginidad y me refiero a la virginidad del espíritu, a su capacidad de renovarse, porque la otra virginidad es una especie de sello de garantía que pocas veces existe en realidad.

Diferencias: Enormes entre el hombre y la mujer. El hombre es una entelequia libre de obligaciones biológicas y por eso siempre entra y sale como Pedro de su casa, sin conciencia de que la mujer queda atada y comprometida en virtud de una experiencia que puede ser accidental a su naturaleza, y felizmente casi siempre llega a ser madre, porque el cumplimiento de la mujer no es sólo el de ser una buena profesional.

Unisexualidad: Me apoyo no sólo en Pla- tón, sino en todo lo que es la biología autén- tica más profunda y más avanzada. La unisexualidad presidía el fenómeno de la vida, pero era monótono, se creaban seres casi siempre iguales, repeticiones y gracias a la separación hombre-mujer, de que el hombre fue expulsado del cuerpo de la mujer en un primer parto fundamental para la humanidad, gracias a eso hubo canjes genéticos y se creó el milagro de que las mujeres decidieran quedarse con 120 óvulos, ya que para una mujer son suficientes, porque sólo se necesita uno al mes. Y cada óvulo recibe una ava-lancha de millones de espermatozoides; entonces la lotería genética es infinita. Uno puede tener como hijo lo mismo a Miguel Angel, que a Beethoven, a un deficiente; todo puede ser calibrado por un esquema genético individual.

Misoginia: No tiene ningún significado, más que el puro ardor y resentimiento de la separación, la cólera, la furia del aban- donado.

Postura política: Yo, en el fondo, toda mi vida he sido socialista, pero místico y cristiano; así es que soy un socialista muy chafa desde joven, pero muy profunda- mente socialista.

El tono de la vida: En esta modernización excesiva, en este unisexualismo y también en esta apertura y tolerancia de conductas anómalas dentro del ejercicio natural de ser hombre y de ser mujer, se pierde el tono de la vida porque ya no hay la aspiración hacia la mujer. La mujer ya es una conquista fácil y frecuentemente económica.

Profecía: Presiento y siento los síntomas del renacimiento, se va a dar un rena- cimiento amoroso, una recuperación de esa aspiración a la mujer que no sea tan elemental y física y económica si hay compromiso, sino que va haber una restauración del mundo de los valores

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